Revista Coaching

Hacerse respetar

Por Raquelcabalga @RaquelCabalga

Hacerse respetarAyer me encontré frente a una situación que me recordó a épocas pasadas que se enmarcaban en contextos de malos tratos físicos y psicológicos, bullying… Aunque ahora, algo ha cambiado: yo he cambiado. Dicha situación requirió de mi asertividad, firmeza, límites y gestión emocional para no salir dañada, únicamente decepcionada. Por eso quiero compartir contigo aquello que me ayudó a salir de la vorágine que me mermaba para convertirme en alguien independiente que sabe hacerse respetar.

Y es que, cuando nos tratan mal, tendemos a buscar la forma de encajar, de sentirnos aceptados y de entender por qué motivo somos merecedores de humillaciones, agresiones verbales y físicas, burlas… Pero, ¿dónde queda lo de hacerse respetar?

Aunque parezca increíble, nos olvidamos de respetarnos pues conformarnos en estas situaciones nos mantiene en nuestra zona de confort (ya sabes, en el famoso “más vale malo conocido que bueno por conocer”), evita que nos tengamos que enfrentar al rechazo, al miedo por quedarnos solos o perder a esa persona, a la incertidumbre del qué pasará después…

¿Para qué hacerse respetar?

Rompiendo con las relaciones y situaciones en las que nos sentimos mal o dañados logramos tener el control y evitar que los demás gobiernen nuestro comportamiento y, por ende, nuestra vida.

Es necesario recordar que estar sometido a un trato poco correcto puede llevarnos a la depresión o a cualquier otra patología relacionada con la salud mental y, sobretodo, a la pérdida de autoestima, la dependencia emocional, las adicciones, los trastornos alimenticios y a los problemas físicos relacionados con el estrés.

¿Cómo hacerse respetar?

Aunque no hay una poción mágica para lograrlo, existen algunas pautas que te van a ayudar:

  • Evita relaciones que te hagan sentir menoscabado/a, desprotegido/a, dependiente, herido/a, incómodo/a, sacrificado/a…
  • Deja de ceder a los chantajes emocionales: en una relación sana (de cualquier tipo) no existe la utilización, el control, la manipulación ni el propósito de dañar.
  • Diseña un mapa en el que puedas definir tus valores y prioridades: de esta forma será más fácil decidir en qué momentos es necesario poner límites.
  • Date permiso para conocerte y conocer a la otra persona: una discusión puntual que se ha salido del tono “normal” no convierte la situación en un mal trato.
  • Ten en cuenta los antecedentes personales de la persona con la que no te sientes bien: observar si trata de igual forma a amigos, familiares, pareja y/o etc puede darte información importante.
  • No vivas para cambiar a la otra persona: ya lo has intentado y has tolerado demasiado, que la otra persona cambie no te corresponde. No obstante, ahora que te has dado cuenta de la situación la responsabilidad sobre qué suceda en tu vida sí recae sobre ti.
  • Modifica tus pensamientos: convierte en mensajes de valor todos los pensamientos que tengas sobre ti mismo/a y que se relacionen con la falta de valía, la incapacidad por hacer o enfrentar algo…

¿Qué te impide poner límites?

 


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