La pulseada por la designación del síndico municipal terminó esta semana en un empate. No sólo se midieron votos en el recinto del Concejo Deliberante sino también estrategias de ataque y defensa política en el contexto de un año electoral que está presente en los detalles cotidianos.
Horacio Quiroga no logró sostener al frente del organismo a su candidato, el ya reelegido una vez Eduardo Benko, pero tampoco el MPN consiguió designar a uno que le responda, con perfil incisivo y, de ser necesario, capaz de provocar desequilibrios al intendente de Neuquén hasta el final de su mandato.
La elección del síndico, un cargo que tiene vigencia de seis años, no es un hecho que vaya a modificar los problemas que sufren los vecinos de la ciudad de Neuquén. El acto legislativo no repara los pozos de las calles, ni las deficiencias en el servicio de colectivo o la crisis financiera del instituto de previsión municipal. Pero la sindicatura, conducida por un presidente y dos vocales, es un órgano de control externo que opina, a través de dictámenes, si el intendente utiliza bien o mal los recursos de la ciudad.
Quiroga no habló después de la frustrada sesión del jueves último, pero en la intimidad dice que Benko no es su candidato, que es un hombre afiliado al MPN y que si estaba en condiciones de seguir en el puesto era porque el mecanismo de selección ya regulado lo colocó en el primer puesto. Tampoco se hace cargo de la interna del bloque del MPN e inclusive en su entorno afirman que sigue en buenos términos la relación con el exgobernador Jorge Sapag, con el que cenó la semana pasada, por un encuentro ocasional, en el restaurante de un hotel de esta ciudad.
Para llegar a este resultado donde todos perdieron algo y al mismo tiempo nadie ganó lo suficiente como para celebrar, sucedió un hecho que no es novedoso en la política pero que causa inestabilidad cuando no hay mayorías legislativas consolidadas. La renuncia de la concejal Laura Plaza al bloque del MPN le quitó fuerza a cierto impulso ganador con el que venía desafiando la principal fuerza opositora a Quiroga.
Un cambio de estrategia de último momento, forzado por la circunstancia, unió las voluntades del MPN, Libres del Sur y Propuesta Ciudadana para proyectar en el recinto a una inesperada tercera posición que no se consolidó por diferencia de apenas un voto. Una fuente del gobierno dijo, después de la sesión, "nosotros perdimos uno, pero ganamos tres". Fue una alusión a los seis votos propios que ahora le quedan al MPN en el Concejo Deliberante y a los que sumaron con las dos fuerzas políticas aliadas para respaldar a una postulante mujer, impulsada por Libres del Sur.
El décimo voto que no apareció podría haber sido el de Luis Durán, del partido de Ramón Rioseco, aliado de Quiroga. Una fuente del MPN dijo que en esta ocasión el concejal "renovó la prueba de amor", pero advirtió que el intendente deberá demostrar correspondencia si no quiere que se consolide una nueva mayoría en el Concejo Deliberante. La fecha de las elecciones para la renovación de concejales es una encrucijada que enfrenta el intendente en su relación con el partido de Rioseco, agregó la fuente.
Pese a los esfuerzos del quiroguismo y de la propia Plaza por argumentar que no existe un hilo conductor entre el fracaso de la elección del síndico y la ruptura provocada en el bloque del MPN, cabe preguntarse por qué la concejal no dio el portazo antes de esta decisiva definición a la que sobrevendrá pronto otra no menos trascendente: la del defensor del pueblo.
Plaza estrenó un bloque con un nombre que le puede caer bien al estilo de construcción política de Quiroga: Convicción Cívica. Para determinar si en el futuro seguirá siendo funcional a la gestión del intendente, sólo habrá que seguir las huellas de sus votaciones en el recinto.
La pérdida de la banca dolió en el MPN y abrió una discusión sobre las responsabilidades políticas de lo ocurrido. Alguien debe hacerse cargo del fracaso.