Basada en hechos reales, la película nos narra la historia de un perro (Hachi) y su dueño. Un drama bien llevado, que me resistía a ver porque me temía acabaría llorando como un niño. Y así ha sido, una película bonita, en la que no he podido contener las lágrimas (y hacía tiempo que no me ocurría).
En un principio, algo que era fácil pudiera haber caído en el tono del telefilm, gracias a un correcto guión, y a una correcta dirección de manos de Lasse Hallström, hacen que la película se convierta en digno drama, que entretenga a lo largo de su metraje. La película tiene dos tramos bien diferenciados. El primero, es donde Parker (Richard Gere), un profesor musical, a la vuelta de su viaje diario en tren a la ciudad donde imparte clase, se topa con el cachorro perdido de Hachi. Ante la imposibilidad de dejarlo con nadie, decide llevarlo a su casa. Por supuesto su mujer no esta de acuerdo con quedarse el cachorro. y hace prometer a su marido que buscara a su dueño. Tras pasar el tiempo, ver que nadie reclama a Hachi, y la sintonía que Parker, y Hachi han encontrado el uno del otro, acaba siendo uno más en la familia. En este tramo, vemos la relación del profesor con su perro, como cada día, Hachi acompaña a Parker a la estación, se despide de él, vuelve a su casa, para volver a la estación a recibir a su amo más tarde al atardecer. Todo bastante convencional, y que nos permite establecer un vinculo afectivo con el perro y con su amo. A partir de un poco más de mitad de película, un hecho dramático (que no os voy a desvelar), la película toma un cariz mucho más dramático, y es donde vienen los ríos de lágrimas. Ver la ternura con la que Hachi, día a día, realiza la misma tarea a pesar de no obtener recompensa, es bonito, tierno, y muy triste a la vez. Llega un punto, en el que el perro es tan conocido en los alrededores de la estación, que todos se vuelcan en su manutención. Richard Gere, lo hace estupendamente, lo mismo que el resto del cast, donde destacaría también a la que hace de su esposa, Joan Allen. Pero el que sin duda se lleva la palma, es Hachi. No se cuantos perros utilizaron para rodar la película (abarca todas las edades del perro, por lo que supongo fueron por lo menos tres), pero sin duda, merecen un Oscar, gran trabajo transmitiendo sentimientos, sin duda, por eso son los mejores amigos del hombre.
La historia ya tenía un precedente japones de película, de la que aquí abajo podéis ver el trailer. Yo desde luego, después de conocer esta historia tan bonita y tan real, tengo ganas también de verla, pues en realidad, les toca de más cerca, pues la historia real, paso en Japón.
Sin más, os recomiendo esta película, sobre todo si sois amantes de las mascotas, aunque teneis que estar preparados, vais a llorar a mares. Yo la tenía aparcada en el desván, siempre pendiente de verla, y estoy deseando el momento de volver a verla.
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