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Hacia Chaldiran

Publicado el 02 septiembre 2022 por Pailov7994

Uno de los procesos que han marcado la historia del mundo a lo largo de los últimos milenios es sin duda el de las continuas oleadas de pueblos nómadas y pastoralistas procedentes de las estepas pónticas y del Asia central, que eventualmente llegaron hasta prácticamente todos los extremos de Eurasia, exceptuando quizás las zonas más templadas como la India o el Sudeste Asiático.

Este proceso se inicia al término de las grandes migraciones agrícolas del Neolítico con la expansión de los pueblos indoeuropeos y termina con las expansiones túrquicas y mongolas. Sin embargo el más reconocible de los imperios turcos, el Imperio Otomano, aún empezando como una dinastía nómada pastoralista más, acabaría apoyándose en las élites urbanas para gobernar.

No ha de sorprendernos que el que sea quizás el último movimiento brutal y expansivo de las tribus túrquicas se haga parcialmente en contra del Imperio Otomano. A principios del siglo XVI la dinastía Safávida encabezada por el Sha Ismael I se extiende por Oriente Medio apoyándose en las tribus turcomanas y en una ideología fuertemente mesiánica hasta 1514, con la derrota frente a los otomanos en Chaldirán. El descontento de las tribus turcomanas, sin embargo, se remonta varios siglos atrás, incluso al período anterior al surgimiento del estado otomano.

A partir del siglo XI los turcos empiezan a entrar en Anatolia de la mano de la dinastía Selyúcida. Allí eventualmente aparecerán varios sultanatos, del cual el más importante será el Sultanato de Rum, que alcanzará una gran prosperidad económica y cultural durante la segunda mitad del siglo XII.

Hacia Chaldiran
Mapa del Mediterráneo Oriental en 1212. Puede verse el sultanato de Rum (Sultanat der Rum-Selschuken) en color azul.

Sin embargo este decide favorecer al mundo urbano frente a los nómadas turcomanos. Así, confina a las diferentes tribus a espacios limitados donde no molestarían a las ciudades, y establece asfixiantes impuestos, de hecho cada tribu tenía que otorgar 24000 ovejas al año a la hacienda del sultanato.

A esta división económica ha de añadirse una división religiosa entre los habitantes de las ciudades, liderados espiritualmente por órdenes sufíes circunscritas a la ortodoxia sunnita, y los nómadas, que hallaban su inspiración en predicadores místicos que combinaban el Islam con sus creencias chamánicas.

La situación acaba volviéndose insostenible con la llegada de nuevas oleadas migratorias turcas provenientes de Irán que escapaban de los invasores mongoles. Las autoridades del sultanato empiezan a asentar a los recién llegados en las zonas occidentales de su reino, pero eventualmente acaban quedándose sin territorios. Además, la muerte del sultán Kayqubad inicia una serie de disputas internas por el trono.

En este contexto, Baba Ilyas, uno de esos predicadores turcomanos lidera una rebelión contra el estado a principio del siglo XIII. Aunque es ejecutado, sus seguidores suponen que Baba Ilyas simplemente ha entrado en ocultación o ha fingido su muerte. De esta manera, la revuelta continúa hasta que son derrotados con la ayuda de mercenarios francos.

Los seguidores de Baba Ilyas, sin embargo, sobreviven refugiándose en el oeste de Anatolia. Uno de los discípulos de este líder rebelde parece haber sido Hajji Veli Bektash, cuya orden, la orden Bektashí, tendría una gran influencia en los siglos posteriores.

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Estatua del Hajji Veli Bektash, místico del siglo XIII que predicó en Anatolia, fundador de la orden bektashí, con gran implantación en Albania y asociada a los jenízaros, tropa de élite del Imperio Otomano (Foto de Dennis Jarvin, 2005)

La revuelta babai y las posteriores invasiones mongolas  debilitarán al estado Rum hasta el punto de su disolución, siendo sustituido por diferentes principados turcomanos. Uno de ellos destacará a lo largo del siglo XIV, el dirigido por la dinastía Otomana, que conquistaría buena parte de Anatolia y los Balcanes. Aunque empezarían liderando una sociedad nómada y tribal, sufrirían el mismo proceso que sus predecesores, al apoyarse cada vez más en las élites urbanas y en las órdenes sufíes ortodoxas.

De esta manera no ha de sorprendernos que, tras la batalla de Ankara de 1402, donde Tamerlán derrota al sultán otomano Bayaceto, el conquistador oriental decida apoyarse en los príncipes locales de Anatolia, que habían sido previamente sometidos por el poder central otomano. Así, los principados locales son restaurados, mientras que en Rumelia (Las regiones europeas bajo dominio otomano) se desata una guerra civil entre los hijos del soberano derrotado.

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Miniatura que representa la captura de Bayaceto I por las tropas de Tamerlán tras la batalla de Ankara. El sultán otomano moriría estando bajo la autoridad del conquistador oriental, dando lugar a la guerra civil entre sus hijos.

Tras la guerra civil, el ganador Mehmet I hubo de enfrentarse a la revuelta del Sheij Bedreddin, localizada sobre todo en los Balcanes y en el occidente de Anatolia. Este personaje es nuevamente uno de esos predicadores adscritos a una versión heterodoxa del Islam, pues probablemente fuera discípulo de uno de los alumnos de Fazlullah Astarabadi, el fundador del hurufismo, doctrina que hacía gran énfasis en la interpretación esotérica del Corán.

Sin embargo hay que señalar que la revuelta de Sheij Bedreddin tiene lugar en la parte occidental del imperio, donde defiende la abolición de la propiedad privada y la igualdad entre las comunidades religiosas. Por otra parte, la resistencia al poder otomano es encabezada entre las tribus anatolias por las aristocracias tribales, agrupadas en torno a la dinastía Karaman.

Eventualmente la heterodoxia religiosa y la defensa de los intereses tribales van a unirse nuevamente bajo la orden Safávida, liderada por el Sha Ismael I. Esta orden, sin embargo, aparece a principios del siglo XIV bajo el liderazgo de Safiyuddin Ishak como una orden ortodoxa adscrita a la interpretación sunita.

Safiyuddin muere en Ardabil en el año 1334, siendo sucedido por su hijo Sadruddin, cuyo puesto es a su vez heredado por su hijo Hoca Alí. Aunque bajo el mandato de este último se empiezan a ver muestras de un cambio hacia el chiismo esotérico, la orden aún se encuentra dentro de los márgenes de la ortodoxia sunita, sin presentar aspiraciones políticas de ningún tipo, dedicándose más bien a la vida contemplativa.

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Representación de Safiyuddin recitando versos para sus discípulos.

El cambio decisivo se realiza tras la muerte de Ibrahim, el cuarto sheij de orden Safávida. Su hijo Jafer desea mantener la doctrina tradicional de la orden, mientras que su hermano Junayd defiende las ideas chiitas esotéricas y añade además aspiraciones políticas. De esta forma, Jafer y el soberano de Ardabil logran la expulsión de Junayd, que se refugia en Anatolia.

Allí sigue predicando sus doctrinas, que encuentran una gran acogida entre los miembros de las tribus turcomanas, que pasan a formar la mayor parte de sus discípulos, e incluso entre los antiguos partidarios de Sheij Bedreddin llegados desde Rumelia.

Su predicación hace saltar las alarmas entre las clases gobernantes del Imperio Otomano, quienes llegan a considerarlo incluso como el dajjal (El anticristo en la tradición islámica), por lo que intentan arrestarle. De esta forma, usando como ejército a sus partidarios turcomanos, Junayd empieza una serie de aventuras militares y políticas, que culminan en su matrimonio con la hija del soberano de los Aqqoyunlu, una poderosa confederación tribal turcomana que gobernaba buena parte de Irán.

Junayd es sucedido por el Sheij Heydar, debido al cual los turcomanos obtuvieron su sobrenombre qizilbash, pues tuvo un sueño en el que se le ordenaba portar un sombrero rojo con doce cuernos, representando a los doce imanes. Justamente eso es lo que significa qizilbash, “cabeza roja”.

Es el hijo del Sheij Heydar, Ismael, quien acaba convirtiéndose en el miembro más destacado de la dinastía. Sus primeros años no son muy prometedores, al pasar su infancia y parte de su adolescencia huyendo de los sultanes de los Aqqoyunlu, quienes habían ejecutado a su hermano.

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El Sha Ismael I proclamando el chiismo como religión oficial del Imperio Persa en 1501, al ordenar a un predicador chiita que dirija las oraciones del viernes en la mezquita de Tabriz.

Sin embargo a los 14 años entra en Tabriz y se proclama emperador de Persia, aprovechándose de la guerra civil entre los diferentes herederos al trono de los Aqqoyunlu. A partir de ahí conquista Azerbaiyán, Irán, Bagdad y llega hasta Uzbekistán, donde es detenido por el futuro emperador mogol, Babur. La población en los territorios conquistados es convertida al chiismo.

El Sha Ismael I planea expandirse también por Anatolia, por lo que eventualmente estalla la guerra con el sultán otomano Selim I, que acaba con la derrota safávida en la batalla de Chaldiran debida a la superioridad numérica y tecnológica de sus rivales. Más allá de las consecuencias territoriales, que a largo plazo consistieron únicamente en la pérdida de la región de Diyarbakir, son las consecuencias morales lo que marcan un antes y un después en el reinado de Ismael I.

A partir de entonces el emperador persa se refugia en el vino y en los excesos, muriendo a la edad de 37 años en el 1524. Como resultado la influencia de los qizilbash es cada vez menor entre las autoridades safávidas, quienes por el contrario empiezan a reprimirlos bajo el reinado del Sha Tahmasp (1524 – 1576) y el Sha Abbas (1587 – 1629), promoviendo más bien una forma de chiismo más legalista y menos mística, liderada por los ulemas de las ciudades.

No debe pensarse, sin embargo, que el legado del Sha Ismael desaparece tras su muerte. Más bien al contrario, el monarca no fue solo un gran conquistador, sino además un prolífico poeta que sistematizo en sus obras las creencias de los qizilbash.

Estas obras han sido recitadas a lo largo de los siglos por los qizilbash que permanecieron bajo soberanía otomana, quienes a partir del siglo XIX pasaron a ser conocidos como “alevíes” en referencia a la devoción que sentían por el imán Alí, yerno del profeta Mohammed.

Aunque la disociación de la dinastía safávida de los qizilbash conllevó que estos últimos dejasen de ser vistos como un problema por las autoridades otomanas, siempre fueron contemplados con algo de recelo. De hecho, conflictos esporádicos entre los alevíes y el estado otomano, o desde 1924 la República de Turquía, han tenido lugar hasta fechas recientes, debido al posicionamiento de esta comunidad a favor de movimientos socialistas y comunistas.

El auge y caída de los qizilbash, en suma, puede entenderse como la última gran conquista de las tribus nómadas pastoralistas, antes de dar lugar a un mundo dominado por grandes imperios urbanos con una estructura cada vez más centralizada y apoyados por una ascendente burguesía comercial y una religión ortodoxa funcional al establishment político y social.

BIBLIOGRAFÍA

  • “El Imperio Otomano (1451 – 1807)” de Miguel Ángel de Bunes Ibarra
  • “The Arsenite Schism And The Babai Rebellion: Two Case Studies In Center-Periphery Relations” de Hüsamettin Şimşir
  • “Hadji Bektash and Bektashism” de Zahit Atcil
  • “Gengis Kan y sus sucesores” de Michael Prawdin
  • “The Sons of Bayezid” de Dimitris J. Kastritsis
  • “The Şeyh Bedreddin Uprising In The Context Of The Ottoman Civil War Of 1402-1413” de Dimitris J. Kastritsis
  • “Turkomans Between Two Empires: The Origins Of The Qizilbash Identity In Anatolia (14471514)” de Riza Yildirim
  • “The Fallible Master Of Perfection: Shah Ismail In The Alevi-Bektashi Tradition” de Amelia Gallagher

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