Con frecuencia, el ser espiritual que llevamos dentro nos impele a indagar sobre cuestiones esenciales de la vida. Nos interesamos por entender o comprender el verdadero sentido de nuestro paso por este increíble mundo, planteándonos preguntas tales como ¿Por que no vivimos mas allá de los ochenta o noventa años? o ¿Por que envejecemos? ¿Por que morimos? ¿Por que nos enfermamos? sin embargo, experimentamos un deseo imperecedero de vivir y disfrutar a plenitud de todas y cada una de las cosas maravillosas que tenemos a nuestro alrededor. Tarde, muchas veces, llegamos a comprender el inmenso valor que tiene ésta invaluable dádiva que nos fue dada sin pagar un sólo céntimo: “La vida”, Es un hecho que somos seres dotados de una esencia divina o espiritual que no podemos dejar de reconocer en nosotros y aunque en ésta vida material no logremos acceder a todas las respuestas, sabemos que poseemos dones individuales que nos hacen ser seres únicos, aunque en muchas ocasiones nosotros mismos nos saboteemos, permitiendo que el “ego” excesivo nos alimente con su insaciable gula, anulando la liberación que nos ofrece la humildad.
A veces, y de plano, algunos rechazan el hecho de haber sido creados por una mente superior, cosa que analizando bien, nos niega a nosotros mismos, ya que por descarte, nada ha sido creado por si sólo, ni siquiera las cosas mas sencillas han sido puestas en pie por si solas, si no ha estado detrás de su creación algún ejecutor o formador de la idea. Día a día me maravillo de ver el inmenso potencial del ser humano, que fue dotado de magnificas capacidades en todos los sentidos. Tenemos un cuerpo maravillosamente constituido, con todas las herramientas para autorrepararse. Una mente sin parangón, aislada, que como nuestra incomparable tierra, flota inexplicablemente sobre la nada , con la que podemos imaginar situaciones inverosímiles que hacen vibrar cada fibra de nuestro ser, almacenar incontables vivencias, tomar decisiones que cambiaran nuestra historia, o simplemente estar conscientes de todo lo que se muestra a nuestro alrededor. Por ultimo ese ser espiritual que habita en nosotros, que funge de arbitro entre lo bueno y lo malo que anida en nuestra conciencia, que sin haberlo programado, actúa desde el punto mas humano equilibrando la balanza hacia lo justo, haciendo uso de ese innegable “libre albedrío, dándonos el poder de elegir nuestro propio camino. Hechos perfectamente, aunque un poco mas pequeños que los que tienen parecido a Dios, como dice la palabra. Todo en esta tierra fue considerado para nuestro disfrute.