La solución a la crisis no parece otra cosa que el camino marcado por la filosofía del capitalismo feroz, reinventando una nueva forma de esclavismo para el siglo XXI.
Todos los sacrificios se piden… ¡Se imponen!, a los trabajadores; a quienes se les viene denominando como clase media, funcionarios, autónomos, pequeña y mediana empresa; incluso a los más necesitados, como enfermos dependientes y pensionistas. En ningún momento hemos oído a los dirigentes de los grandes organismos y grandes partidos políticos que gobiernan o son alternativa, no ya exigir, ni siquiera solicitar el más mínimo sacrificio a las grandes fortunas, ni a grandes empresas, y mucho menos a las entidades financieras, ni a los privilegiados enchufados, y tampoco se han exigido un verdadero sacrificio a los políticos con grandes y, muchos de ellos, multiplicados sueldos y complementos, suculentas dietas, gastos de representación y kilometrajes -libres de impuestos-, que a veces duplican o multiplican por X el sueldo, ni han renunciado a sus tarjetas oro de crédito y móviles a “pajera abierta”. El sacrificio que estos políticos y privilegiados se han aplicado no ha sido otra cosa que una engañifa, una hipócrita apariencia de solidaridad para acallar, engañar, y mantener aborregados a los paganos de la crisis.
Grilletes y cadenas se han sustituido por hipotecas y préstamos a pagar cuando se puede, a lo largo de toda una vida laboral. Se alargan los años de trabajo y se reducen salarios y pensiones. Se aumenta extraordinariamente el número de personas en edad de trabajar que están en paro, para que haya una fuerte demanda de trabajo, con el sueldo que sea y las horas que sean. Esas grandes fortunas y empresas supervivientes tienen mano de obra más que de sobra para elegir a sus sirvientes.
El sistema educativo público es claramente deficiente. La mayoría de jóvenes terminan con una preparación que no les capacita suficientemente para desempeñar trabajos técnicos, otros consiguen títulos universitarios de baja calidad que, mayoritariamente, no les sirven para encontrar trabajo en su especialidad, y el resto, termina engrosando al grupo que se a dado en llamar jóvenes “ni-ni”, que ni estudian ni trabajan. Lo que sí se ha promocionado y/o permitido, es “el botellón” y el consumo de drogas. Han diseñado y creado una gran parte de juventud “pasota”, indiferente, despreocupada, egoísta y apática. Al mismo tiempo que la otra parte de juventud, la que pertenece a la elite, la que se puede permitir colegios carísimos y universidades extranjeras de prestigio, se está educando para ser la clase dirigente, la minoría que gobernará con esta misma filosofía.
Si algo está consiguiendo el “ajuste”, consecuencia de la crisis, es partir la sociedad en mitades bien diferenciadas: ricos privilegiados y pobres marginados. Los ricos, cada vez más ricos. Los pobres, siempre más pobres.
En España vivimos una curiosa paradoja. Esta “revolución social-capitalista” la están llevando a cabo José Luís Rodríguez Zapatero y sus adláteres, al que un partido político autoproclamado “socialista” y “obrero”, con un programa electoral en el que sus propuestas eran lo opuesto a la política social y económica de lo que están haciendo, llevó hasta la Presidencia del Gobierno -tal y como se ha demostrado- con demagogia y engaño.
¡Claro que hay otras formas de solventar la crisis sin aumentar la edad de jubilación, ni disminuir las pensiones!
El 17, 20 ó 30% en que se van a disminuir las pensiones futuras se les debería aplicar a esas grandes empresas y entidades financieras.
Si a un pensionista que gane 20.000 €/año se le pueden sustraer 3.400, 4.000, ó 6.000 €/año, con más razón, a una empresa que gane 1.000 millones €/año se le podrá reducir el beneficio en 200 millones de €/año. Todavía le quedarían 800 millones de beneficio. El sacrificio sería menor que el del pensionista.
Las pensiones vitalicias de ministros y “altos cargos”, de Diputados (a partir de siete años de ejercicio en el cargo), presidentes de CC.AA. y consejeros, diputados y “altos cargos” regionales solo deberían de cobrarse a partir de la edad de jubilación, como el resto de españolitos (por ahora a partir de 65 años), siempre y cuando no tuvieran otra jubilación de mayor cuantía, ó, si entre las dos o más pensiones no sobrepasaran la pensión máxima estipulada por Ley.
¿Coches oficiales? Los imprescindibles. ¿Tarjetas de crédito? Cero. ¿Dietas y kilometraje? Ajustados a los gastos reales, con facturas auténticas y verificadas. ¿Subvenciones? Exclusivamente las de necesidad social. Cero a los partidos políticos. Cero a los sindicatos. Cero a las asociaciones gays, tirititeros, y a ONGs por afinidad política ¿Persecución del fraude fiscal? A tope y sobre todo a los grandes defraudadores, no, como ahora.
Si cuando todas estas medidas mencionadas se hubiesen aplicado la crisis persistiera. Entonces, y no antes, es cuando se deberían de poner en marcha las medidas de ajuste que se han tomado ahora. Es el mundo al revés.
Las políticas económicas que se están aplicando, son, bajo mi punto de vista, las antípodas a las que se deberían de estar ejecutando. Pero de esto ya escribiremos.
Tiempo al tiempo y… vivir para ver.
Virholmes