A falta de menos de un mes para el 8 de marzo y la huelga general feminista, se han convocado elecciones generales para el 28 de abril. Tendremos por fin la posibilidad de decir en las urnas lo que llevamos tiempo demandando: más democracia paritaria porque sin mujeres no hay democracia. Además, podremos, también, poner de manifiesto quienes queremos que nos gobiernen. No podemos quedarnos en casa. Hemos de ir a votar para frenar a las derechas y sus ambiciones de recortar nuestros derechos.
Pero vayamos por partes y calentemos motores para la huelga general del 8 de marzo. Yo tengo claro que no haré el paripé de las dos horas de paro. La situación de desigualdad que atravesamos y los asesinatos machistas no le permiten a mi conciencia ir con medias tintas. Haré, lo que siempre hice con las huelgas generales: Parar
Siempre he dicho que una huelga es como un beso: si no la haces, cae sobre tu conciencia, como un beso no dado que también cae sobre la conciencia. Y yo quiero sentirme viva y que mi conciencia esté tranquila y serena. Además, y después de la experiencia del año pasado, descubrí que sabe muy requetebien secundar esta huelga en nombre de todas las situaciones de desigualdades, violencias machistas, micromachismos, trata de mujeres, prostitución, vientres de alquiler, brechas salariales, y un largo etc. que sufrimos las mujeres. Se me quedó muy buen cuerpo haberla secundado y, además, haber estado haciendo llamamientos para que fuera secundada.
Este año no estamos mejor que el año pasado. A lo largo de estos casi 365 días, las mujeres nos hemos tenido que movilizar por motivos varios. La patriarcalización de la justicia y las sentencias que se han ido dictando con la de los violadores de “la manada” al frente; el intento de recorte de muchos millones de euros por parte del gobierno de Rajoy para el pírrico Pacto de Estado contra la Violencia de Género; las declaraciones de algunos líderes de la ultraderecha que han pactado en Andalucía para intentar derogar la Ley 1/2004 sobre Medidas de Protección contra la Violencia de Género; la voluntad explicada de Casado de volver a la ley del aborto del 85, atentando de ese modo contra los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, así como nuestro derecho a ser o no madres, en aras a pagar las pensiones, cuando quienes vaciaron las huchas de las pensiones fue gente de su partido que ha robado de las arcas públicas a manos llenas y de ese modo pasar a tener un concepto de las mujeres como meras gestoras de cotizantes para pagar pensiones.
Tenemos muchos, muchísimos motivos para ir la huelga general del 8 de marzo. Nuestras niñas merecen un futuro mejor. Merecen ser y sentirse ciudadanas de primera y no ser invisibilizadas por lenguajes que cosifican, por tradiciones que las colocan en segundo plano, por instituciones que las re-culpabilizan cuando son agredidas o son acosadas e incluso violadas.
Nuestras niñas merecen vivir sin miedos a ser violentadas por las calles. Y por violentadas también me refiero a las agresiones verbales en las calles. Merecen tener voz propia y ser escuchadas para contar sus experiencias y emociones en las escuelas e institutos. Tienen derecho a vestirse y vivir como quieran. Y a ser creídas en caso de necesitarlo. Y a tener una formación afectivo-sexual y descubrir las relaciones sexuales de manera placentera y libre, sin presiones, sin ser forzadas y, ni mucho menos, ser violentadas.
Y nosotras, las que ya tenemos unos años, tenemos derecho a tener una vida libre de violencias cotidianas en las que se nos cuestiona la voz por ser mujeres, se nos intenta denigrar porque cuestionamos al patriarcado, porque hemos decidido tener voz propia sin necesidad de que nadie nos “traduzca” a un lenguaje más amable para el patriarcado, porque decidimos en cada momento con quién, cómo y cuándo queremos estar. Porque hemos tomado conciencia de nuestra fuerza personal y colectiva y no vamos a permitir que se nos detraigan nuestros derecho adquiridos.
Por nosotras y por el resto de mujeres del mundo, el 8 de marzo yo pararé en la segunda huelga general feminista. Y que nadie intente impedírmelo porque no lo conseguirá.
Ben cordialment,
Teresa