En una de las escenas de la película de Woody Allen “Blue Jasmine”, la protagonista dice: “Hay un límite de traumas soportables antes de que una salga a la calle y empiece a pegar gritos”. Efectivamente, hay un límite de traumas soportables. En “Hacia la libertad” olvidan esa premisa y concatenan ciento treinta minutos de dolor, desesperación, crueldad e injusticias, convirtiendo su visionado en un castigo en sí mismo. Y es que, si se pretende abordar el problema de la esclavitud desde un punto de vista histórico y riguroso, no cabe rodar una comedia. Pero si se aspira a hacer cine, se requiere habilidad narrativa para proporcionar al espectador de un mínimo de respiro, y no saturarle con más de dos horas de brutalidad y rabia.
Valga como referencia “Arde Mississippi”, largometraje que trata este tema tan espinoso centrándose también en un hecho real y que no oculta en absoluto el maltrato, la miseria humana y la crítica feroz a la lacra del racismo en los Estados Unidos. Sin embargo, juega de forma hábil sus cartas y muestra a una pareja protagonista antagónica, formada por dos policías de generaciones y métodos diferentes, lo que permite introducir una crítica más irónica, incluso en ocasiones humorística. A ello se añade una trama policiacacon mayores dosis de actividad e intriga. En definitiva, se enriquece el relato dando lugar a una proyección entretenida y atrayente. Por el contrario, la opción de filmar secuencias de atrocidades, por muy veraces y certeras que resulten, termina por hastiar y hasta por por aburrir.
Antoine Fuqua es un cineasta muy atraído por el género de acción violenta. “Shooter: “El tirador” (con Mark Wahlberg), “Training Day”, la versión de “Los siete magníficos” de 2016 o la saga “The Equalizer” (todas ellas junto a Denzel Washington) dan buena prueba de ello. En esta ocasión se ha decantado por un tipo de cine más reivindicativo, cuya finalidad última es lanzar un grito de reclamación por las injusticias perpetuas de la discriminación racial y, en ese sentido, ha conseguido su propósito. Ahora bien, si entre sus objetivos se encontraba el de ejecutar un trabajo a cargo de valores cinematográficos, dicho logro es más discutible. Particularmente, habida cuenta de que a mí no me tienen que convencer de los horrores del pasado ni del presente, la propuesta se me hizo pesada y reiterativa.
Los fenómenos de la guerra y la esclavitud ofrecen una amplia gama de barbaridades, dado que el ser humano puede ser muy malvado. Pero, cuando monopolizan un proyecto, encajan de manera más adecuada en el formato de documental o en un manual de Historia. El Séptimo Arte exige otro lenguaje. Esta cinta serviría como material educativo, como forjadora de conciencias o como mecanismo para no olvidar las brutalidades cometidas antaño. Sin embargo, como experiencia cinematográfica se me antoja rácana y pobre, aunque considere notables algunos de sus aspectos técnicos y artísticos, como la fotografía de Robert Richardson o la música de Marcelo Zarvos.
Will Smith protagoniza el film, en lo que constituye su primer estreno después del escándalo provocado en la última ceremonia de entrega de los Oscar. Ciertamente, lleva a cabo una meritoria labor a través de un personaje creíble que se amolda a la narración. Nada hay que reprocharle, por más que sigo pensando que en “Alí” de Michael Mann abordó su mejor papel, perdiendo aun así la estatuilla de aquel año en favor de Denzel Washington, por su actuación en la ya citada “Training Day” del propio Fuqua. Le acompaña en el reparto Ben Foster, conocido por sus apariciones en “Comanchería”, de David Mackenzie o “El tren de las 3:10”, de James Mangold. “Hacia la libertad” es una producción de Apple TV+ y está disponible desde el pasado viernes en dicha plataforma.