Todos los intentos realizados por los distintos emperadores para mejorar la economía del Imperio: reformas monetarias, acuñación de monedas nuevas, así como medidas para regular los precios de los productos y los salarios de los trabajadores no fueron eficaces, lo cual repercutió gravemente en el conjunto de la sociedad romana, de manera especial en las clases medias: artesanos, pequeños propietarios y comerciantes, que serán víctimas de un rápido proceso de proletarización. Asimismo, el declive de la sociedad esclavista tradicional no trajo consigo el triunfo del trabajo libre, sino, por el contrario, su hundimiento. (...) En los últimos años del Imperio se produjo, como consecuencia de todo ello, una serie de revueltas campesinas tanto contra los grandes propietarios como contra el propio Estado romano, como sucedió en la Galia, en España o en el Norte de África donde tuvo lugar la rebelión de los circumcelliones ligada a corrientes espirituales de signo rigorista en las que las masas populares vieron un soporte mental para combatir al sistema político-social de la época, aliado con la Iglesia jerarquizada, por lo que hay que poner de relieve que los factores de orden religioso jugaron un papel de primer orden en la crisis del mundo antiguo.Manuel Ladero y Paulina López,Introducción a la historia del Occidente Medieval, UNED.
Revista Opinión
Lecciones de la historia