Al título le sobran las interrogaciones y le falta un No rotundo, pero, cual profesor aplicado, Francisco de la Torre nos plantea la pregunta para describir nuestro sistema fiscal en un manual tan ameno y crítico como necesario. Primera lección: no tenemos sistema fiscal sino un “conjunto deslavazado de impuestos”. Machete en mano, De la Torre nos abre camino en ese “galimatías de enorme complejidad” que permite que existan la sanidad, la educación y el transporte públicos, la policía, los bomberos… en fin, la civilización. Una civilización cuyo principal peligro es el fraude.
Defrauda más el que más tiene, defrauda el que puede y, sobre todo, el que quiere. Tantos defraudan tanto que “el excesivo nivel de fraude de los impuestos en España es una de las principales causas de la gran caída recaudatoria y de la crisis fiscal que padecemos”. Francisco de la Torre, actual inspector de Hacienda, no da nombres pero pone como ejemplo al tesorero de ese partido que nos gobierna y cuyo apellido no hace falta recordar para afirmar que “la falta de ejemplaridad de las clases dirigentes está siendo letal en este tema”.
Casi tan grave como el fraude es la facilidad con la que las grandes empresas burlan la ley para eludir pagar. Por cada 4 euros que Hacienda recauda vía IRPF – ese impuesto clave que Rajoy bajará a ricos y pobres en vísperas del año electoral: no hay votante malo- solo se recauda 1 por vía impuestos de sociedades. Y lo peor, nuestras grandes empresas, esas que defienden la marca España por el mundo, dejaron literalmente de pagar cuando empezó la crisis, escudadas en una maraña de desgravaciones tan injustas como aparentemente indestructibles.
Aún peor, la “amortización sin mantenimiento de empleo”, una de las medidas con las que Zapatero intentó aumentar las inversiones, permitió que emprendieran unos ERE gigantescos con prejubilaciones a cargo del Estado. No fue el único error que De la Torre atribuye a la política fiscal de Zapatero, pero sí uno de los más graves, como aumentar el dinero a las autonomías justo cuando tenía que obligarles a reducir sus gastos o no luchar contra el ya citado fraude en el impuesto de sociedades.
Sin errores que faciliten su fraude, no pagan ni las multinacionales gigantescas ni las multinacionales medianas. No pagan los ricos con SICAV o los empresarios caraduras, como Jesús Terciado. No pagan los clientes que no reclaman factura y no pagan, o no pagan todo lo que deben, muchos de los autónomos que declaran a través del régimen de módulos, “un nido de facturas falsas” que Montoro no va a eliminar en su inminente reforma fiscal.
De la Torre deja claro que la reforma es necesaria si queremos un auténtico sistema fiscal, que necesitamos también más inspectores y sanciones más duras para luchar contra el fraude – “gastamos menos que nadie en cobrar impuestos” (1 euro por cada 5 que gasta Alemania) -, pero que nada será suficiente si no si asumimos que debemos pagar impuestos. Sabe que no es fácil cuando nuestro (no) sistema fiscal está lleno de singularidades que hacen que ley no se aplique y que los más débiles paguen más. Un ejemplo perfecto: a todos nos han subido el IRPF… menos a los futbolistas que se acogieron a la ‘Ley Beckam’. Ese gol nos lo han marcado a todos, aunque sean los ídolos de nuestro equipo.
‘¿Hacienda somos todos?’ Francisco de la Torre. Debate. Barcelona, 2014. 288 páginas, 15,90 euros.