Con 5,6 millones de parados heredados de Zapatero, que son el 24,4 por ciento de la fuerza laboral, los únicos que prosperan en España son los chinos que cada día abren más tiendas en locales cerrados de los comercios tradicionales, y los almacenes de distribución de productos chinos en los polígonos industriales.
Recordemos el trabajo de los desempleados que conocemos, no sólo en la construcción, sino fabricando toda clase de utensilios, máquinas, muebles, aparatos electrónicos o buques petroleros: hoy, eso lo hacen los asiáticos a un precio menor.
Porque si los españoles tienen una renta per cápita (RPC) de 30.600 dólares, 23.079 euros, y bajando rápidamente, esos bienes los producen gentes como los chinos que trabajan en régimen del comunismo esclavista modelo Cayo Lara et álii, con una RPC de 8.400 dólares, 6.335 euros, aunque subiendo aceleradamente.
Esta crisis no es solamente financiera, del dinero que va de un lado al otro de España, Europa o EE.UU., y que, además, acaba inevitablemente en China, que se ha convertido en el banquero mundial gracias a las divisas de sus exportaciones.
Es una crisis industrial, de falta de competitividad en nuestros productos más comunes y, por lo general, de ausencia de ideas para suplir las nuevas necesidades en mercados compradores, incluidos los asiáticos.
Los zapatos españoles, que estuvieron a punto de desaparecer cuando llegaron los chinos cinco o diez veces más baratos, renovaron estilo, calidad e imagen: ahora los chinos con poder adquisitivo, que son varias decenas de millones, los compran, y mantienen sana esta industria española.
Aquí, o innovamos, o vamos hacia una España que confluirá con Asia dentro de pocos años, en unos 15.000 euros RPC, por ejemplo: viviremos como los chinos.
Los asiáticos creciendo, y los españoles, que carecemos de las capacidades industrial e industriosa de los alemanes, decreciendo: estamos haciéndonos chinos sin querer darnos cuenta.
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SALAS