La filosofía del "´hagalo usted mismo" (HUM) o "do it your self" (DIY) se ha venido a convertir en tendencia como defensa de la autosuficiencia y de la reivindicación del valor de lo hecho por uno mismo, en cuanto valor añadido del objeto, y en cuanto a signo de independencia de lo ofrecido por el mercado.
Participar en la fabricación de los objetos que te rodean en casa, salvo razonables excepciones (televisor, lavadora, portatil....., en fin) puede proporcionar uno de los mayores placeres que conozco, por lo que supone de juego, de manipulación de diferentes materiales, por el bajo coste de la actividad y por la ausencia de compromiso en cuanto a resultados. Lo definitivo de las cosas gratis es que siempre están allí, a nuestra disposición. Recuerdo vacaciones en las que cada día construíamos un castillo de arena diferente, con la complicación o la simplicidad que cada día nos pedía el cuerpo. Si se nos hubiera ocurrido la estrafalaria idea de documentarlos fotográficamente y catalogarlos (ahora que lo pienso, se nos podía haber ocurrido), habríamos obtenido un muestrario completo de ellos, desde el románico elemental con sus cuatro torres mondas y lirondas, a los complicados de los días inspirados que podrían haber servido de maqueta para rodar "Dune". Y nos íbamos a casa con la conciencia tranquila, sabiendo que la marea se llevaría el resto de todo, feo o hermoso, y nos dejaría la playa en blanco para empezar de nuevo al día siguiente. Ése es el espíritu que reivindico para entregarnos al juego de nuestros inventos. Y como resultado, las cosas que hay por casa a las que no se les puede atribuir cualidad alguna de utilidad, son objetos o bien construidos por nosotros (por puro entretenimiento), o encontrados (maderos gastados de la costa, erizos...) o comprados (algunos hay) durante algunas vacaciones, en fin, todos ellos objetos que apetece contemplar y en cuya ejecución se ha gastado agradablemente tiempo que considero muy bien empleado. Pero, además de lo meramente emotivo, entiendo que fabricar nuestros propios ornamentos o llenar las estanterías de elementos naturales es una forma de ecología, de intento de llevar las cosas a su justa razón de ser. Ideas mil, no hay mas que darse un paseo por la costa para que las conchas, los caracoles vacíos, los maderos desgastados, los erizos de mar, nos salten a la vista. Un grupo de ellos en un frasco sobre la ventana, nos dará tranquilidad en invierno, y nos recordará la época y el lugar en que fueron recogidos. Nada mejor que los objetos que cuentan historias. En este blog, encontrarás algunas entradas con mis propios experimentos, con la esperanza de que sirvan de inspiración y de toque de atención ¡Manos a la obra!