Hagamos famoso a Joseph Kony para que desaparezca

Joseph Kony lleva 25 años haciendo impunemente tremendas barbaridades inhumanas en Uganda. 

Su guerra o guerrilla ha secuestrado, según Unicef, a más de 20.000 niños: a ellos los convierte en soldados; a ellas, en esclavas sexuales. Y ordena mutilaciones de nariz, orejas, labios y extremidades contra civiles...

Pero las autoridades internacionales -a pesar de ser el malhechor más buscado del mundo- no hacen nada hasta que comienzan a sentir el soplo de la opinión pública en sus espaldas.

Éste ha llegado, inesperadamente, con el documental KONY 2012: en una semana, ha sido visto en YouTube casi 50 millones de veces, con 1.097.955 "Me gusta" y sólo 44.643 "No me gusta".

Si no se cuentan aún entre esos 50 millones de personas (con pasiones y sospechas), no se lo pierdan: quizá es un poco largo, para los tiempos que corren, pero está muy bien contado, y es una muestra de lo que permiten los nuevos soportes de comunicación en la red, en términos de activismo viral, y también de solidaridad global:

Con subtítulos en español:

Llega via Twitter una referencia de Néstor Martínez al blog de El País en el que Jose Miguel Calatayud dice hoy mismo (largo y tendido, con matices y equilibrismos) que "personalmente, me desagradan este tipo de iniciativas enmarcadas en la narrativa del 'hombre blanco, bueno y valiente que salva a los negritos pobres e indefensos del otro negro malvado y salvaje'."

Dicho queda. Pero he de matizar, por si hiciera falta, que no me identifico en absoluto -ya puestos en esta injusta alternativa de lógica maniquea- con el mencionado "blanco bueno y valiente", sino más bien con el "niño negro indefenso brutalmente tratado", a propósito del "negro malvado y salvaje".