Ya he confesado en otras ocasiones que hay películas que me da mucho trabajo digerir, salgo de la sala de cine poco menos que en “shock” y sin poder contestar si me gustó o no me gustó. Hagen y yo (White god) es uno de esos casos. Una producción conjunta de Hungría, Alemania y Suecia que para complicarme más las cosas resulta que le ha ido muy bien con la crítica internacional, fue el gran descubrimiento del festival de Sundance, ganadora del premio Una cierta mirada en Cannes y yo sigo aquí sin poder agregar mucho.
Por lo general no leo nada relacionado con una película antes de ir a verla, tal vez con la falsa idea de no “contaminarme” con otras opiniones, claro que hay películas en lo que eso es imposible, pero bueno, esta ocasión yo sólo sabía que iba a ver una película de perros y que seguramente iba a llorar como es mi costumbre.
En lo que parece un futuro no muy lejano en Hungría se ha impuesto una nueva ley que obliga a los dueños de perros mestizos (no raza pura) a pagar un impuesto por ellos, lo que ha obligado a algunos, y servido de excusa a muchos otros, para dejar a sus perros en refugios o abandonados en la calle. Lili (Zsófia Psotta) es hija de padres divorciados debe de pasar un par de meses con su papá (Sándor Zsótér) a quien no le hace mucha gracia aceptar junto con su hija a Hagen (Luke y Body) el perro al que Lili adora. Hagen termina en la calle, en donde sufre el maltrato de la gente junto con otros muchos perros que pareciera se ayudan unos a otros al grado de organizar una rebelión. El director Kornél Mundruczó también participa en el guion, la película está basada en cierta medida en la novela ‘Desgracia’ del escritor sudafricano J.M. Coetzee, premio Nobel 2003. El maltrato que la raza superior infringe a la raza inferior pudiera ser el tema que sobresale en esta novela.El mensaje de la película es claro, pero digamos extremo, usted haga de cuenta que entra al cine a ver La Dama y el Vagabundo y termina viendo Cujo pasando por el Planeta de los Simios. Justo cuando pensaba que ya iba a sacar los kleenex comencé a horrorizarme y a taparme la cara con las manos. Se termina la película y yo seguía con ojos de plato. ¡No manches! (la verdad no fue eso lo que dije pero me aplico la censura yo solita) ¿Me gustan los animales? ¡Sí, mucho! Particularmente los perros y estoy familiarizada con las historias de maltrato animal, pero la respuesta, o mejor dicho, la venganza se les fue de las patas. Afortunadamente todo esto sucedió en un universo paralelo, dudo mucho que los perros puedan alcanzar el grado de crueldad de que son capaces los humanos… ¡Imposible!Yo pensé que ésta nota la iba a dedicar con mucho cariño a mis amigos amantes de los perros (que son muchos), pero ahora no estoy segura de que un amante de los perros pueda soportarla. Hay muchas maneras de hacer conciencia, Mundruczó utilizó una manera demasiado sangrienta para conseguir su objetivo, lo que hace a esta película inalcanzable para los débiles de estómago, pero ideal para ser usada como advertencia a todos aquellos que osan maltratar al mejor amigo del hombre.Es obligado mencionar que durante el rodaje de ésta película no se lastimó a ninguno de los protagonistas (perros), de hecho Luke y Body tuvieron trato de estrellas de cine, su actuación es extraordinaria, tal vez sólo la pequeña Zsófia estuvo a nivel con ellos. La película no viene acompañada por grandes actuaciones de los actores secundarios (humanos), será porque no las necesita.El Apocalipsis perruno está muy cerca, todavía está a tiempo de mejorar la relación con su perro…está advertido.