Revista Cultura y Ocio
Los Haikus son esos poemitas breves japoneses- alrededor de 17 sílabas y 3 versos- cuyas raíces se enredan sobre la antigua poesía china, el taoísmo, el zen, el Confucionismo (el inventor de la confusión, que diría la Miss aquélla), etcétera.
Entroncan estas pequeñas joyas con ese sentimiento y percepción tan oriental de quietud trascendente, contemplación sosegada de la naturaleza o una actitud armónica, eufonía metafísica, con la totalidad del universo.
Los define muy acertadamente A. Bellesort: “Exactitud disfrazada de ensueño; poesía de resplandores y de escalofríos; pequeñas chispas que comunican a los sueños vibraciones infinitas; preciosos abanicos que, en el mismo instante que se los pliega y se los cierra, hacen pasar ante nuestros ojos el milagro de un gran paisaje”. La simple contemplación de la naturaleza y su orden y belleza como una de las más sensatas y elaboradas formas de oración.
A mí, personalmente, es una forma de expresión poética que me atrae de manera especial gracias a esa métrica musical, y a la intensísima capacidad de sugerencia y evocación espontánea que se oculta tras esa apariencia compositiva de aire desenfadado y sencillo, que no simple.
Un poco como nuestras viejas Cantigas y cierta poesía medieval más popular.
Un Haiku captura de forma magistral toda esa idiosincrasia oriental y su particular cosmovisión de la existencia.
Durante una entrevista al gran Akira Kurosawa, el periodista, extrañado, le preguntó al director de "RAN" si no era poco japonés que su apartamento, en el que se hacía la interviú, estuviera totalmente amueblado y decorado al estilo occidental, a lo que Kurosawa respondió, más o menos:
- Lo más importante es aquéllo que no se ve. Y eso es todo japonés.
Un Haiku es algo parecido a la contemplación de un árbol o de una noche clara y estrellada. Independientemente de conocer o no la clase de árbol qué es o de saber más o menos sobre astronomía y constelaciones, lo que nos llega y aprehendemos es esa sensación de belleza inabarcable de todo lo que nos rodea y que apreciamos de forma connatural, llana, epidérmica.
Yosa Buson, Basho, Kyoroku, Yaha… son grandes maestros reconocidos del Haiku.
Gente como Benedetti, Octavio Paz o Ezra Pound, fuera de las fronteras del Japón, han cultivado el Haiku, influenciados por la inmediatez de esta sencilla, insinuante y escueta forma de expresión poética.
Al Haiku le pasa, para llegar a él, como a las sombras chinescas: lo importante nunca tiene que ver con las manos, sino con las figuras que éstas proyectan en las paredes.
Algunos Haikus:
“ Leve es la primavera:
sólo un viento que va
de árbol en árbol” (Usuda Aró)
“ Cuando parta,
dejadme ser, como la luna,
amigo del agua”(Masahide)
“ ¿ Qué pretendo encontrar
internándome en el viento?”(Taneda Santoka)
“ La libélula
intenta en vano posarse
sobre una brizna de hierba”(Basho)
“ Al ladrón
se le olvidó la luna
en la ventana” (Ryokan)
“ Está el murciélago
rondándole a la luna,
y no se va” (Gyodai)
“ Chubasco súbito;
una mujer sentada,
mirando afuera” (Kikaku)
“ Luces de otoño.
La mujer y el marido
son como ausentes” (Kyoshi)
“ Luna, reloj de arena:
la noche se vacía,
la hora se ilumina” (Octavio Paz)
“ Después de todo,
la muerte es sólo un síntoma
de que hubo vida” (Mario Benedetti)
Saludos otoñales
y en calma de
vuestro amigo Jim.