En esta semana, que en su aspecto laboral estamos cerrando, se han cumplido los dos años del terremoto que devastó Haití. Me lo recuerdan (además de los testimonios de Nieves o el macrorresumen que preparé con motivo del primer aniversario ahora hace un año) los resultados de una encuesta que me llega de la mano de Miguel, sobre el uso de los teléfonos móviles como herramientas de solidaridad (su versión en inglés (PDF) la podéis leer aquí):
Las donaciones de caridad de los teléfonos móviles se han vuelto más comunes en los últimos años. Dos tercios (64%) de los adultos estadounidenses utilizan ahora los mensajes de texto, y el 9% han enviado mensajes de texto con una donación de caridad a través su teléfono móvil.
Y estos donantes de texto se están convirtiendo en un nuevo grupo de donantes caritativos. El primer estudio en profundidad sobre donantes a través de móviles -que analizó la campaña Text for Haiti/Mensaje por Haiti tras el terremoto de 2010- considera que si bien estas contribuciones eran decisiones del momento, que se extendieron viralmente a través de las redes de amigos. Tres cuartas partes de estos donantes (73%) contribuyeron con sus teléfonos el mismo día que se enteraron de la campaña, y un número similar (76%) dicen que ellos normalmente hacen las donaciones de mensajes de texto sin realizar una gran investigación a fondo de antemano.
Sin embargo, mientras que su contribución inicial a menudo conllevaba poca deliberación, el 43% de estos donantes alentaron a sus amigos o familiares para donar a la campaña. Además, la mayoría de los encuestados (56%) han continuado donando a otros esfuerzos de alivio, tales como los desastres más recientes, el terremoto y el tsunami de Japón en marzo de 2011, utilizando sus teléfonos móviles.
Sobre el impacto de este tipo de donaciones (más recientes y cercanas son las experiencias de Dona 1 día o de 90 millones en 90 días) y su cuestionamiento por algunos ya mencioné en su día una entrada de La regla de William, de José Antonio Ritoré sobre el Slackactivism, término que podríamos traducir como el activismo para vag@s, y cuyo extracto vuelvo a dejaros aquí:
(…), térmno que la Wikipedia define como Un término peyorativo que describe las acciones que se realizan en apoyo de un asunto o causa social para “sentirse bien”, y que tienen muy poco o ningún efecto práctico. Estas acciones también tienden a exigir muy poco esfuerzo personal del “slackactivist”. Sin embargo, quizás habría que replantearse si esto es así, a la luz de algunos datos que ofrece Ritoré:
Varios bloggers norteamericanos defienden su papel. Por ejemplo, Nancy Lublin, en Fast Company, afirma:
En el mejor de los casos, puede proporcionar resultados mucho más rápido. Después del terremoto de Haití en enero, por ejemplo, las compañías de teléfono EE.UU. recibían hasta 10.000 mensajes de texto con la palabra “Haití” por segundo. Hasta ahora, las donaciones de 10 dólares por mensaje han ascendido a 38 millones dólares para la Cruz Roja Americana.
Dan Morrison, CEO de Citizen Effect y experto en marketing, sostiene:
Slackactivism surgió porque las herramientas de los medios sociales dieron a los slackactivists con corazón la oportunidad de involucrarse de acuerdo con sus propias necesidades. Es un error pensar que son simplemente vagos. Algunos están demasiado ocupados o no se sienten cómodos involucrándose con una causa de forma pública. Los mensajes de texto, Twitter…les da la capacidad de dar durante el tiempo de que disponen…
Desde organizaciones como Save the Children, nos recuerdan con motivo de este segundo aniversario que…
A pesar de que el terremoto que el 12 de enero de 2010 azotó a Haití generó una gran oleada de ayuda y la activación inmediata de la respuesta de muchas organizaciones como Save the Children, dos años después los problemas para los supervivientes siguen siendo importantes. Medio millón de personas sigue viviendo en tiendas de campaña y aún no se ha retirado ni el 50% de los escombros.
La reconstrucción de Haití está siendo lenta por varias causas. Por un lado, las organizaciones tienen que hacer frente, además de a la magnitud del desastre, a unos elevados costes en seguridad y combustible. Varias organizaciones han cerrado o reducido sus actividades por este motivo. Por otro lado, el actual Gobierno de Martelly está comprometido con la protección y el desarrollo de los niños y niñas, pero carece de las competencias necesarias y de personal cualificado. Como consecuencia, muchos servicios a la población están garantizados por ONGs y las transferencias de los proyectos al Estado están siendo largas y complicadas. Uno de los retos para este año y el siguiente es ayudar al Gobierno a asumir la gestión de los servicios básicos, empezando por la educación y la sanidad.
El debate y la reflexión están servidos. Tú, ¿qué opinas?