El 18 de noviembre de 1803, un ejército de cimarrones haitianos derrotó en la Batalla de Vertières a las tropas de Napoleón Bonaparte que en el Caribe se encontraban desde febrero de 1802, con la finalidad de recuperar el control de la isla. En 1802, el revolucionario Toussaint Louverture fue capturado por las tropas de Napoleón. Desde el barco que le llevaría a prisión, dijo: “Al derrocarme, no habéis hecho más que cortar el tronco del árbol de la libertad negra en St Domingue. Volverá a nacer de sus raíces, pues son numerosas y profundas”. Después de la muerte de Louverture, Jean Jacques Dessalines tomó el testigo.
El nombre Haití fue adoptado por el libertador Jean-Jacques Dessalines después del 1° de enero de 1804, Día de la Independencia, como un tributo a los antecesores indígenas taínos, ya que la palabra proviene del arahuaco y significa “tierra de montañas”. En 1825, el rey Carlos X exigió que Haití pagara una indemnización inicial de 150 millones de francos de oro a Francia a cambio del reconocimiento de su independencia. Esta suma buscaba compensar a los antiguos colonos esclavistas franceses por la pérdida de sus propiedades y “esclavos”. Los pagos forzados siguieron por décadas, y los últimos fueron en 1947, es decir, 143 años después de la independencia.
Haití no tenía el dinero para pagar, por lo que tuvo que pedir préstamos a bancos franceses con altos intereses, lo que sumió al país en una trampa de deuda perpetua. Se estima que más del 80% de su presupuesto se destinó a pagar esta “indemnización”.
La Torre Eiffel fue construida entre 1887 y 1889 para ser la atracción principal de la Exposición Universal. El banco francés Crédit Industriel et Commercial financió su construcción con el dinero que obtenía a través de préstamos con intereses abusivos al Banco Nacional de Haití. Un análisis de The New York Times de 2022 estimó que, ajustando por inflación y considerando el impacto en la economía haitiana, el monto pagado ascendería a 115 mil millones de dólares en la actualidad. Esta deuda es considerada la principal causa histórica de la miseria de Haití y una de las mayores transferencias de riqueza forzadas de la historia, de una nación empobrecida a un imperio esclavista.
El profesor Frankétienne nos dice que Haití es “La factura y la fractura de la historia”; sin embargo, no pierde su esencia de ser “la miel del alba” porque tiene en la “sensibilidad vudú una manera de hablar, de comer, de hacer el amor, de comunicarse con los otros”.
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