Su visita está especialmente recomendada durante el otoño, cuando las nubes dejan ver la cima del cono nevado y además coincide con la época del momiji, el cambio de color de las hojas del arce. Junto con Nikko, Hakone es uno de los lugares más típicos de Japón para vivir este acontecimiento. Esto hace que durante los fines de semana de Noviembre la afluencia de turistas japonesas sea masiva.
Organicé la excursión con tres amigas de Tsukuba y decidimos ir en coche para hacer el desplazamiento más cómodo y barato, pero lo pagamos caro ya que al final terminamos perdiendo un tiempo precioso por culpa de los atascos. Tardamos casi el doble de tiempo en recorrer la distancia que separa Tokio con Hakone, y a la vuelta nos ocurrió lo mismo. Otoño es temporada alta en Hakone y, como ya he dicho otras veces, viajar por Japón en temporada alta es un suplicio, las carreteras están atestadas de tráfico, la ocupación hotelera roza el 100% y todos los puntos de interés turístico están masificados.
Comenzamos la visita por Hakone-machi, en el extremo sur del Lago Ashi. Allí hay un puerto desde el que zarpan barcos con destino a Moto-Hakone, unos 10 minutos al este del lago y a Togendai, el extremo norte a 30 minutos. Aquí teneis un mapa de acceso a los puertos y el recorrido que hace cada barco, con sus horarios correspondientes.
Los barcos pirata que veis en las fotos son una atracción turística que se han montado los japoneses para hacer la travesía por el lago más interesante. Sin duda, me pareció una de las cosas más curiosas y extravagantes que he visto en Japón.
No es indispensable tomar uno de estos barcos para moverse alrededor del lago, ya que hay un servicio de autobuses, pero si tenemos la gran suerte de contar ese día con el cielo despejado ver el monte Fuji mientras estamos a bordo resulta toda una experiencia. Nosotros pudimos verlo aparecer entre las nubes durante algunos instantes pero no os quiero engañar, venir a Hakone con perspectivas de ver el Fuji es una lotería, la mayor parte del tiempo el monte está cubierto por las nubes.
Tomamos uno de los barcos pirata hasta Moto-Hakone, más tarde haríamos el camino inverso caminando.
Poco antes de llegar a puerto divisamos este arco tradicional japonés o torii de color bermellón sobre el agua. Sirve como puerta de entrada al Santuario de Hakone desde el lago.
No llega a ser tan impresionante como el famoso torii en el mar del Santuario de Itsukushima, en la isla de Miyajima, pero es uno de los símbolos de Hakone.
Existe otra puerta de acceso al santuario por tierra, caminando unos diez minutos desde el puerto de Moto-Hakone.
El Santuario de Hakone (箱根神社, Hakone Jinja), como muchos otros templos sintoístas, está situado en plena naturaleza, en contacto con los espíritus que habitan los árboles, el lago y la montaña, según la religión nativa de Japón.
Desde el pabellón principal hay unas escaleras que descienden hasta el torii en el lago.
Desde aquí regresamos de nuevo al puerto de Moto-Hakone, para a continuación seguir caminando hasta Hakone-machi, donde habíamos aparcado el coche.
Mis amigas deciden tomar una pausa para hacerse fotos. Siempre es más divertido viajar en compañía.
Por el camino de vuelta pasamos por el Punto de Control de Hakone o Hakone Sekisho. Se trata de uno de los 53 puestos de control que se establecieron en 1619 por el Shogunato Tokugawa en la ruta Tōkaidō que unía Edo (la actual ciudad de Tokio) con Kioto.
Durante la Era Edo (1603–1867) todos los viajeros que circulaban a lo largo de esta ruta tenían que pasar por el Punto de Control para mostrar sus permisos de viaje a los funcionarios del Shogunato y dejar que su equipaje fuera examinado. Entre otras cosas, se impedía la entrada de armas y la salida de mujeres de la capital Edo. Justo antes de cruzar por esta puerta, los viajeros normalmente se arreglaran la ropa para estar presentables durante el control. Si se sospechaba que podían ser criminales, eran retenidos en las dependencias antes de ser entregados a la justicia.
Proseguimos nuestra ruta, esta vez en coche, atravesando las montañas que unen Hakone con el monte Fuji. En esta época del año muchas carreteras de montaña en Japón se visten de colores verde, rojo y amarillo.
Para cuando llegamos a la base del Fuji ya estaba atardeciendo y las nubes impedían ver la montaña. Llegamos hasta Fujiyoshida, entre dos de los Cinco Lagos del Monte Fuji, una zona que ofrece unas increibles postales.
Se nos había hecho un poco tarde. Teníamos que regresar a casa y sabíamos que el camino de vuelta hasta Tokio iba a ser un infierno por el atasco monumental que se forma al final del fin de semana. Por lo menos habíamos pasado un día agradable en Hakone y nos marchamos contentos.
En conclusión diré que Hakone me parece una buena excursión desde Tokio, pero recomiendo evitar los fines de semana, ya que muchos japoneses salen de la capital para hacer turismo por la zona y se produce demasiada masificación. A ser posible, evitar venir también en verano ya que las posibilidades de ver el monte Fuji son casi mínimas, suele estar permanentemente cubierto.