Como siempre, a partir de aquí, spoilers de las novelas anteriores. Y quien llegue a esta entrada sin saber de qué va la serie puede ir a la reseña de la primera novela.
ArgumentoAhora que Lydia y Edgar están comprometidos, con la bendición del padre de ésta, empiezan los preparativos para la futura boda. Todo se pone cuesta arriba para la joven pues las cosas están sucediendo demasiado rápido ya que Edgar quiere que la ceremonia sea en unos tres meses.Aunque él se vaya a encargar de prácticamente todo, Lydia tiene grandes preocupaciones pues cada día que pasa es más consciente de que se va a casar con un Conde, con la enorme diferencia de estatus que hay entre ambos. Precisamente, la Duquesa Macefield, amiga en común de ambos, la recomienda a la Condesa Ougtred para que durante unos días le enseñe las normas y reglas de etiqueta y comportamiento adecuadas para el mundo en el que va a entrar. Sin embargo, cuando llega a la mansión de ésta ¿le dan la orden para que se vista de criada? ¿En eso consiste el entrenamiento para la boda?
Por si fuera poco, al lugar también llega Lucinda Constable, la sobrina de la condesa, junto a su padre, el Conde Constable, quien tiene la firme determinación de acabar haciendo que Edgar se acabe interesando en ella y olvide esa misteriosa prometida de la que nadie sabe su nombre, sólo que sus iniciales coinciden con las suyas: L.C.
Y para terminar de complicarlo todo, en los jardines de la mansión se encuentra un clan de hadas que susurran que les puedes pedir cualquier deseo pero éste siempre tiene contrapartidas muy negativas. ReseñaJusto lo que me temía, después de la intensidad de la novela anterior en todos los aspectos y del gran avance que hubo en la trama, este libro es mucho más flojo y se queda como un mero punto de inflexión al desarrollo que está por venir.
Todo el libro gira en torno a la cuestión del compromiso entre Lydia y Edgar, que aún no se ha hecho público, y cómo ella debe prepararse para entrar en los círculos de la nobleza. Más aún, llegará el día muy pronto en que deberá ser presentada ante la mismísima Reina Victoria y eso pondría de los nervios a cualquiera en su situación. Lydia es, al fin y al cabo, una joven de clase media, sin título ni riqueza. Su padre es un muy digno profesor universitario, pero eso es todo. Nadie consideraría que sea apropiada para casarse con todo un Conde y esa presión y ese miedo de no estar a la altura y de, por tanto, darle problemas a Edgar, le genera serias dudas y angustia. Además, también es muy joven (empezó la historia con 17 años pero dado que ya ha pasado todo un año largo desde entonces, en algún momento debió cumplir los 18), en su mente a largo plazo no estaba la posibilidad del matrimonio y tampoco cuenta ni con su madre ni con su abuela como figuras maternas que la ayudasen a entender el proceso del matrimonio y de lo que se supone que se espera de una esposa. De hecho, sigue siendo tan inocente que a los besos de Edgar apenas es capaz de corresponder con algo que no sea nerviosismo y tensión.
Como no podría ser de otro modo, aunque la novela gira en torno a eso, entre medas se cuela un asunto de hadas. Lydia se vuelve a meter en líos, Edgar la ayuda mientras también debe resolver otro tema y hay ciertos momentos de peligro y tensión con algunos giros y sorpresas. Vamos, un desarrollo entretenido y que te atrapa aunque no aporte nada a los personajes y la trama.
Es un libro tan de transición y tan centrado en la pareja protagonista que ni siquiera aparecen la mayoría de secundarios relevantes de la serie. Únicamente tenemos a Nico y Raven dando apoyo sin grandes aportaciones propias. Y de incorporaciones, quizás un tal Billy acabe reapareciendo en algún momento, pero ya está.
En definitiva, un buen libro pero bastante flojo si lo comparamos con de dónde venimos. Claro que es un libro dedicado al desarrollo de la pareja y, sobre todo, de Lydia, que debe afrontar lo que se le viene encima con muchos obstáculos de por medio, tanto de miedos internos como de terceros. Tiene momentos muy bonitos y sigue dando un buen rato de lectura así que, aunque no suponga ningún gran avance, no lo calificaría de prescindible.