Otro año más y ya no sé cuántos van. De nuevo, hemos asistido al recurrente debate entre los defensores de la tradición de los difuntos y los aperturistas de la fiesta de muertos vivientes y películas de terror. Otro año más, y para el entretenimiento popular, las discusiones no han cesado. Pero otra vez, esta fiesta de disfraces, donde causa más terror el que no va disfrazado que el que porta en su mano un cuchillo como si fuera el asesino de la matanza de Texas, nos deja en los titulares de la prensa otra macrofiesta con cientos de muertos en Corea del Sur o la de los jóvenes sevillanos que no tenían ni agua en los lavabos.
A pocos días de que llegue el Black Friday y el Ciber Monday, de Halloween podemos esperar cualquier cosa, menos que las brujas vuelen por encima de nuestras cabezas con sus escobas. A estas, la han sustituido por los lanzamientos de misiles de corto, medio y largo alcance; o la han cambiado por un cohete chino, que en su particular película de aterriza como puedas, ha sobrevolado por encima de nuestras molleras, paralizando el tráfico aéreo y nos ha tenido con la vista puesta en el cielo por si teníamos que esquivar, a última hora, algún resto como si cayeran bolas de granizo.
En esta semana de altos sobrevuelos, en la tierra, mientras las protestas en forma de vandalismo han llegado a los museos cada fin de semana y ahora nos preguntamos cuál será el siguiente, en algún garaje, de tantos que existen, algún emprendedor estará fundando su particular compañía de Halloween Airlines. En su viaje inaugural tendrá previsto invitar al nuevo dueño del pajarito azul, que ya habrá despedido por mail, que no correo electrónico, a la mitad de la plantilla de una empresa; a la señora Olona, embutida en su vestido galáctico de blanco inmaculado como bondadosa Blancanieves, para anunciarnos que ha creado una fundación para la protección de la igualdad; y a Piqué, que en mitad de la travesía y cuando ve que el barco azulgrana hace aguas, se despide por video y mirando al palco del estadio barcelonista. La vida es un continuo viaje de ida y vuelta.
La única bruja con escoba que nos queda es la del tren de los escobazos. No olviden circular con casco.