Para mi disfrazarse siempre fue una horterada. Está en mi lista TOP desde el principio de los tiempos, lo suficientemente consolidada para permanecer hasta el final. Es por ello que Halloween me parecía algo furibundamente patético. Pero sin más sin un odio especial, un sinsentido como tantos otros.
No obstante prefiero Halloween a “Todos los santos”. Me parece más sano, más alegre disfrazarte de Freddy Kruger, mamarte una botella de Jagger e intentar follarte una erótica vampiresa que levantarte a las 9 un día festivo para dejar flores en las tumbas del pasado. No entiendo ese hermetismo español, esa reminiscencia de un catolicismo rancio que nos hace rechazar tradiciones como Papa Noel o Halloween. Ese patriotismo cutre que rechaza este tipo de “americanadas” como si luego no hubiésemos plagiado el american way of life en cosas mucho más importantes, mucho más graves, mucho más perjudiciales para nuestra vida.
Si pudiese, copiaría todas las fiestas. Todas, de cualquier lugar. Todas aquellas que aporten algo de alegría, algo de ilusión, algo de entusiasmo. Si la gente se entretiene comprándose, cosiéndose o inventándose un disfraz, bienvenido sea. Bienvenidas las chucherías, lxs niñxs con sus disfraces, lxs adolescentes con su botellón y los que aún se creen jóvenes con sus resacas de mañana. Bienvenida fiesta, venga de dónde venga.
Que la gente disfrute es lo único que nos queda porque ni lxs muertxs, ni el futuro van a volver por ningún sitio. Estamos y seguiremos perdidxs mientras la gentuza como Montoro, Echániz, Güemes o Fabra se siguen riendo de nosotrxs. Al menos riamos aunque sea disfrazadxs, aunque sea de mentira, aunque sea una horterada.
Sal y deja salir. Disfruta y deja disfrutar.
Buenas noches, me voy a leer.
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