Hoy, 31 de octubre, muchas casas se llenan de luces, calabazas, disfraces y pequeños sustos.
Halloween es una de esas fechas en las que el miedo se convierte en juego, una oportunidad para hablar de una emoción que forma parte de la vida de todos, también de los niños: el miedo.
Una emoción básica que nos ayuda a protegernos, anticipar riesgos y mantenernos a salvo, tanto en el plano físico como en el emocional o social.
Aunque es una emoción intensa y desagradable, el miedo cumple una función adaptativa importante: nos ofrece información sobre aquello que percibimos como peligroso o desconocido. En la infancia, los miedos van cambiando —del miedo a los ruidos o la oscuridad al miedo a la pérdida o al fracaso—, pero todos expresan una misma necesidad: “Necesito sentirme seguro.”
Halloween: una ocasión perfecta para hablar del miedo
Entre sustos y risas, podemos enseñar a los niños que sentir miedo es natural y que no hay que eliminarlo, sino entenderlo, nombrarlo y acompañarlo.
El miedo forma parte del desarrollo emocional infantil.
Aparece de manera natural y suele responder al momento evolutivo que está viviendo el niño o la niña.
Cuando los adultos entienden y validan los miedos infantiles, el niño aprende que sentir miedo no es algo malo ni vergonzoso, sino una reacción normal ante lo desconocido o lo que no puede controlar.
En cambio, si el miedo se ridiculiza o se ignora, el mensaje que recibe el niño es que sus emociones no son aceptables, lo que puede aumentar su ansiedad o su inseguridad.
Algunas frases que ayudan:
- “Veo que te da miedo.”
- “Entiendo que eso te asuste.”
- “Estoy aquí contigo.”
El miedo no se supera obligando ni negando, sino acompañando con calma y empatía.
Cuando los niños sienten que los adultos pueden sostener sus emociones sin minimizar ni sobreproteger, aprenden poco a poco a regularse.
Convertir el miedo en juego, historia o dibujo también ayuda a hacerlo más pequeño y manejable.
El humor, usado con respeto, puede transformar el susto en curiosidad y el miedo en aprendizaje.
Algunas estrategias que pueden ayudar:
- Nombrar el miedo. Ponerle palabras ayuda a entenderlo.
- Convertirlo en juego o historia. Dibujar el miedo, inventar un cuento o disfrazarse puede hacerlo más llevadero.
- Usar el humor con respeto. Reírse de los sustos desde el juego (no desde la burla) facilita la integración emocional.
Así, Halloween puede convertirse en una oportunidad para trabajar el miedo desde el juego y la curiosidad, no desde la evitación.
Miedos frecuentes en la infancia
Durante el crecimiento aparecen miedos muy habituales:
- A la oscuridad
- A separarse de los padres o cuidadores
- A los animales, al dentista, a las personas disfrazadas, a las marionetas o a los payasos
- A los ruidos, las tormentas o los ladrones
- A la sangre, las heridas, la enfermedad o la muerte
Cada uno tiene su momento y su función. Lo importante no es eliminar el miedo, sino ayudar al niño a reconocerlo, expresarlo y encontrar formas de afrontarlo con seguridad.
Algunos artículos para profundizar
Si quieres leer más sobre el miedo infantil, aquí tienes una recopilación de artículos publicados en Mamá Psicóloga Infantil, organizados por temas para que te resulte más fácil explorarlos:
Comprender el miedo
- Todo lo que sé del miedo
- ¡Mamá, tengo miedo! Miedos infantiles
- El miedo y la ansiedad en las diferentes edades de los niños
- Desarrollo de los miedos infantiles
- Miedos y fobias: qué son y por qué aparecen
- Miedos tapadera: qué son y cómo reconocerlos
- 10 características del niño miedoso
Acompañar el miedo
- Cómo reaccionar ante los miedos de mi hijo
- Estrategias para prevenir y tratar los miedos infantiles
- Decálogo para evitar los miedos infantiles: consejos prácticos
- 5 juegos para ayudar a que tus hijos superen sus miedos
Miedos específicos y contextuales
- Miedo a la oscuridad: 10 formas de ayudar sin forzar
- Miedo a la separación en niños y niñas
- Mi hijo tiene miedo al dentista
- Miedo a los payasos: la coulrofobia
- Halloween y los miedos infantiles
Una idea para hoy
Puedes proponer a tu hijo o hija dibujar su miedo y ponerle un nombre.
Después, inventad juntos una historia donde el miedo se haga amigo, se vuelva pequeño o desaparezca riendo.
Así el miedo deja de ser un monstruo y se convierte en un personaje más de su mundo interior.
En resumen
Halloween puede ser mucho más que una fiesta de disfraces y calabazas.
Puede ser una oportunidad para hablar del miedo sin juzgarlo, para escuchar lo que cada niño necesita y para enseñar que las emociones, incluso las difíciles, pueden comprenderse y acompañarse.
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“Una guía esencial para quienes buscan construir un vínculo emocional fuerte con sus hijos.”
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