Vivimos tiempos de zozobra. Oímos y leemos y constatamos por doquier la necesidad de apretarnos los cinturones. ¿Qué vamos a poder compartir con otr@s si no es a cambio de un beneficio evidente e inmediato?
Pero en medio de la tiniebla y la incertidumbre, lucen miles de luces, pequeñas, que quieren sembrar el mundo de esperanza. Es por eso que, en este Día Internacional del Voluntariado por el Desarrollo Económico y Social, quiero acercarme a la labor de miles de voluntari@s a lo largo y ancho del mundo que ofrecen lo más valioso que tienen, su tiempo (en el que volcar sus conocimientos, capacidades, aptitudes y energías) para trasnformar la realidad de quienes no han tenido tanta suerte.
Y lo hago con el ejemplo de la propuesta de la campaña por el Derecho a la alimentación URGENTE, porque aunque las grandes decisiones y las soluciones al problema del hambre corresponden a los que toman las decisiones políticas y económicas en el ámbito nacional e internacional () hay quien se cuestiona, ya sea de forma personal o de forma asociada, ¿podemos tomar parte de alguna manera en esta lucha? ¿Podemos hacer algo a nivel personal? Es importante que cada quien descubra a qué se siente llamado en el esfuerzo colectivo para promover el derecho humano a la alimentación de todos los seres humanos.
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