«La cuestión es no bajar nunca la guardia. No creer nunca que se está salvo. No dar nunca por hecho que el corazón de tus hijos late, que tus hijos beben leche, que respiran, que andan y hablan, sonríen, discuten y juegan. No olvidar ni un momento que pueden desaparecer, que te los pueden robar en un abrir y cerrar de ojos, que se los pueden llevar como leves vilanos.»
Es la primera novela que leo de Maggie O'Farrell, autora irlandesa a la que llegué gracias a una elogiosa crónica que escuché en una emisora de radio durante un viaje. Quien la recomendaba era Sergio del Molino, escritor a quien sigo y leo desde hace tiempo. En el programa radiofónico que oía mientras conducía Del Molino hablaba con Concha Cardeñoso, traductora de la novela en la edición de Libros del Asteroide que es quien la ha publicado en España. Mis expectativas sobre ella tras escucharlos eran grandísimas. Sin desvelar nada de lo que ocurría en la narración pero sí aclarando el origen de la misma ambos expusieron algunos extremos de la novela que en 2020 ganó el National Book Critics Circle Award for Fiction y el Women’s Prize for Fiction.Sergio del Molino ensalzó especialmente la traducción de Concha Cardeñoso, extremo que he comprobado y -¡disfrutado!- por mí mismo durante la lectura. Sin duda alguna la precisión lingüística, el cuidado por encontrar el vocablo exacto a cada una de las situaciones es uno de los grandes valores de la novela.
Sinopsis (proporcionada por la propia editorial)Agnes, una muchacha peculiar que parece no rendir cuentas a nadie y que es capaz de crear misteriosos remedios con sencillas combinaciones de plantas, es la comidilla de Stratford, un pequeño pueblo de Inglaterra. Cuando conoce a un joven preceptor de latín igual de extraordinario que ella, se da cuenta enseguida de que están llamados a formar una familia. Pero su matrimonio se verá puesto a prueba, primero por sus parientes y después por una inesperada desgracia. Partiendo de la historia familiar de Shakespeare, Maggie O’Farrell transita entre la ficción y la realidad para trazar una hipnótica recreación del suceso que inspiró una de las obras literarias más famosas de todos los tiempos. La autora, lejos de fijarse únicamente en los acontecimientos conocidos, reivindica con ternura las inolvidables figuras que habitan en los márgenes de la historia y ahonda en las pequeñas grandes cuestiones de cualquier existencia: la vida familiar, el afecto, el dolor y la pérdida. El resultado es una prodigiosa novela que ha cosechado un enorme éxito internacional y confirma a O’Farrell como una de las voces más brillantes de la literatura inglesa actual
Prosigo con mi comentario. Resulta que la novela se titula "Hamnet", nombre que tuvo uno de los hijos de William Shakespeare. En la Inglaterra de finales del XVI el nombre Hamnet se utilizaba de manera indistinta con el de Hamlet. Y precisamente "Hamlet" es el título de la tragedia shakespeariana más conocida y alabada. Oyéndo hablar a Del Molino con Cocha Cardeñoso pensé que la novela de Maggie O'Farrell se centraría sobre todo en la figura del dramaturgo isabelino. Y con esta expectativa mental es con la que comencé la lectura de la novela. Según avanzaba en ella con mucho gusto por mi parte, sin embargo en mi cabeza se iban deshaciendo como azucarillos las equivocadas ideas previas con que empecé a leerla. Pensaba -veo que equivocadamente- que la figura de William, el padre de Hamnet, tendría mayor relevancia en el relato, algo que no es así. Bueno, en realidad no es así y sí es así, dado que en el fondo la novelista en este relato muestra, entre otros muchos asuntos, las entrañas ocultas de la creación; en esta ocasión desciende hasta el motivo escondido, ignoto para los demás, por el que, ella imagina, se gestó la tragedia shakespeariana del Príncipe de Dinamarca: algo tan cotidiano entonces como la muerte de un hijo. Esto, tras reflexionar sobre la lectura recién finalizada, me parece de quitarse el sombrero.
La verdad es que esta magnífica narración va precisamente de eso, de la vida cotidiana en Inglaterra a finales del siglo XVI: la vida, la muerte, la peste, las relaciones familiares, el teatro... El protagonismo recae especialmente en las mujeres y sobre todo en Agnes, la esposa del creador de "Hamlet" y padre de Hamnet. Agnes es quien con su esfuerzo, su magia, sus celos infundados o no, el amor a sus hijos, la mala relación con su madrastra, etc. llena y ocupa todo el relato. Es Agnes Hathaway (en la realidad histórica Anne Hathaway) la figura esencial en este relato. Es una mujer que vive muy en contacto con la Naturaleza de la que conoce todo o casi todo; es en cierta manera algo hechicera pues por transmisión materna sabe de las propiedades de no pocas plantas con las que fabrica remedios sanadores que sus vecinos valoran en lo que valen, motivo por el que la visitan solicitándoselos. Al tiempo Agnes posee la capacidad de intuir el futuro y penetrar en el interior de la mente de las personas al presionarles con fuerza entre el pulgar y el dedo índice de la mano. Es ella una mujer independiente que no se amilana ante la presión familiar ejercida por su madrastra Joan, que lleva adelante sus propósitos sin arredrarse, y que anima a su marido simplemente por desprendido amor a que haga realidad sus deseos literarios aunque para ello deban de separarse marchando él a Londres y quedando ella a cargo de los hijos en Sttraford Upon Avon.
El marido de Agnes aparece siempre innominado, jamás se le cita por su nombre y mucho menos por su apellido a fin de no oscurecer en nada, de no empequeñecer la inmensa figura de la esposa Agnes y la de los otros personajes, que constituyen la cotidianidad en la que Él también se mueve. Aunque hay algún hombre como John, el suegro de Agnes. o Hamnet, el malhadado hijo, la mayoría de los personajes son mujeres: Judith, la hermana gemela de Hamnet; Susana, la muy responsable hermana mayor; los suegros: Mary, que cuida a Agnes como si fuera hija suya, y John, el guantero bebedor y mal negociante del que el marido de Agnes deberá escapar si quiere hacer algo en la vida; Eliza, Gilbert, Edmond, Richard, Mary que falleció («¿piensas en ella, todavía esperas oír sus pasos, su voz, su respiración por la noche?, porque yo sí, todo el tiempo. Todavía creo que un día me despertaré y estará ahí otra vez, a mi lado; que pasara algo, una arruga o un pliegue en el tiempo, y volveremos a estar donde estábamos cuando ella vivía y respiraba.», le dice Eliza a su madre Mary), y el esposo de Agnes son hijos de John y Mary; Bartholomew, hermano de Agnes; y por último estaría Joan, la segunda madre de Agnes y Bartholomew, que de su matrimonio con el padre de ellos «tiene seis hijos (ocho, contando a la hijastra medio loca y al idiota de su hermano, de los que tuvo que hacerse cargo cuando se casó)». Los seis hijos de Joan: Caterina, Joanie, Margaret, James, Thomas y William (el pequeño) apenas si tienen protagonismo en el relato.
Es, como se ve, una galería grande de personajes -aún debería nombrar a algún otro como Ned (aprendiz ayudante del abuelo), Hewlands (el terrateniente fallecido al que el abuelo John adeudaba unas pieles que paga con clases de latín a los chicos menores por parte de uno de sus hijos), o Heminge (un amigo del padre de Hamnet, actor de la compañía teatral que éste tiene en Londres)...- en la que jamás, como ya he dicho, se cita por su nombre a William Shakespeare. Pero aunque nunca se le nombre explícitamente de fondo, y al tiempo en un primer plano, aparece su colosal figura abriéndose paso en el mundo de los corrales de comedias. El genio que hoy admiramos por su incontestable altura y nivel literario es mostrado en este relato visto desde la pequeñez de la vida doméstica: las dificultades económicas, la mala relación con el padre, el amor hacia los hijos, la relación con su mujer, la necesidad de la separación respecto a la familia para poder abordar el éxito en la capital...
Sin duda alguna el motivo principal de la novela es la muerte de uno de los gemelos, el hijo al que la peste se llevó a pesar de los esfuerzos que la madre puso en impedirlo. En la época, la muerte de un hijo adolescente o de un bebé al poco de haber nacido e incluso, algo muy habitual, de la propia madre en el momento del parto no era algo infrecuente. Sin embargo -y eso es lo que en mi opinión Maggie O'Farrell se esfuerza en transmitirnos, lográndolo plenamente- mostrar el dolor de la madre que le dio la vida, que lo amamantó, que lo cuidó y fantaseó con su futuro no es materia frecuente en un relato. Aquí sí, y este es temáticamente el punto fuerte de esta narración: vemos a Agnes deshecha, desorientada, perturbada por la muerte de su hijo querido. Quizás, quien lea esta reseña pueda pensar en este momento que su marido es un desalmado al no sentir un dolor semejante al de Agnes ante la muerte del hijo. ¿Es así la cosa en verdad? Despejar esta duda es uno más de los alicientes que tiene la lectura de esta novela. Os animo a leerla y a disfrutar con ella.
La autora, así nos lo indica ella misma al final de la obra, se ha documentado muchísimo. En la documentación que ha manejado no todo está claro. Por ejemplo el nombre de la mujer de Shakespeare aparece casi siempre como Anne y alguna otra vez como Agnes, nombre que ella ha preferido en su ficción. Sin embargo las fechas que se explicitan (matrimonio de Agnes y el padre de Hamnet en 1583; la peste y muerte del hijo en 1596; estreno de la tragedia "Hamlet" en 1601) son todas ciertas, verídicas y debidamente comprobadas.
Estilísticamente el relato avanza en contrapunto temporal en la primera parte de la novela, la cual finaliza con el fallecimiento del hijo adolescente. La distancia temporal es precisamente la marcada por las tres fechas señaladas, con el centro en la de 1596, basculando las otras dos narraciones hacia delante ('flash forward') y hacia atrás ('flash back') respecto a ésta. Conocemos así el noviazgo entre Agnes y «el preceptor de latín». la vida de Agnes antes de casarse, el domicilio anejo a la casa de los suegros, etc.
En la segunda parte el contrapunto es más espacial que temporal. Concretamente en esta parte Maggie O'Farrell juega sobre todo con las localizaciones: en Londres donde Shakespeare intenta abrirse camino en el mundo del teatro y la casa familiar en Strafford Upon Avon donde vive Agnes con los hijos y a la que acude no con la frecuencia debida el dramaturgo. Esta tardanza en regresar a casa despierta en la cabeza de Agnes el fantasma de los celos.
Si hay algo magnífico por encima del resto en la novela, ello es el lenguaje utilizado. Es un lenguaje pleno de imágenes y metáforas («el dulzor punzante de manzanas caramelizadas», por eso de poner un ejemplo), de una precisión léxica extraordinaria. Se nota que Concha Cardeñoso, la traductora, se ha esforzado muchísimo por hallar el vocablo justo y fiel a la frase, a su contexto. Es un vocabulario preciso y adecuado para la época. Por ejemplo 'carriola' (cama baja con ruedas que se oculta bajo otra cama más alta); 'orillo' (remate de otro color de las telas); 'sebes' (Cercado de estacas altas entretejidas con ramas largas); 'buccino' (Caracol marino de concha pequeña y abocinada, cuya tinta solían mezclar los antiguos con las de las púrpuras y los múrices para teñir las telas); 'crespina' (Cofia o redecilla que usaban las mujeres para recoger el pelo y adornar la cabeza); yegua picaza (Dicho de un caballo o de una yegua: De color blanco y negro mezclados en forma irregular y manchas grandes.), etc.
Algunas citas:
- «Una mañana de principios de primavera, unos quince años antes de que Hamnet vaya corriendo a casa del médico, un preceptor de latín se encuentra junto a esa misma ventana; ensimismado se tira del aro que lleva en la oreja izquierda.» (ejemplo de traslación en el tiempo. Muy cinematográfico)
- «Las plantas y las uñas conservan todavía la suciedad que acababa de recoger de la vida: polvo en la calle, tierra del huerto, barrio de la orilla al río, donde se bañaba con sus amigos hace menos de una semana.» (ante el cadáver de un ser recién fallecido)
El teatro de El Globe de Shakespeare en Londres
____________________Nota:Procuro en mis reseñas no incurrir en spoiler a fin de incitar a realizar la lectura del libro reseñado. Por ello, en esta ocasión, para no desvelar un extremo importante de la trama he ocultado esa información tachándola en color negro. Si alguien, pese a todo, deseara conocer dicha información no tiene más que seleccionar la frase tachada y podrá leerla sin problema alguno.