Siendo solo una niña, Anna (Angharad Rees) tuvo que contemplar cómo su padre, Jack el Destripador, asesinaba a su madre delante de ella. Años más tarde, ya con diecisiete años, la joven trabaja al servicio de Madame Goldwin (Dora Bryan), una falsa médium. Tras un violento encuentro con uno de los clientes Goldwin llamado Dysart (Derek Godfrey), algo estalla en la cabeza de la joven, quien termina asesinando a su patrona. Es entonces cuando un psiquiatra llamado John Pritchard (Eric Porter), entra en escena para intentar ayudar a la atormentada joven.
La Hammer, acostumbrada a plasmar escalofriantes historias en la pantalla grande, curiosamente no había vuelto a revisar los infames asesinatos de Whitechapel cometidos por Jack el Destripador a fines de 1800 en Londres, desde que el director Godfrey Grayson lo hizo en la cinta “Room to Let” (1950). A principios de los sesenta, la compañía decidió recuperar el tiempo perdido cuando le pidió al guionista Lew Davidson (uno de los tantos guionistas que intentaron ocupar el puesto de Anthony Hinds cuando este abandonó la casa del martillo), que desarrollara un guión a partir de la historia concebida por Edward Spencer Shew. Financiada principalmente por la Rank Organisation, “Hands of the Ripper” fue rodada para ser estrenada en conjunto con “Twins of Evil” (1971), por lo que no contó con un presupuesto demasiado generoso. Por otro lado, tanto para el director Peter Sasdy como la productora Aida Young, esta sería su última película al interior de la Hammer, lo que probablemente influyó en algunas de las decisiones que tomaron a la hora de seleccionar al elenco de la producción.
Para el papel del Doctor Pritchard, seleccionaron a un experimentado actor de televisión llamado Eric Porter, quien no calzaba con los cánones habituales de los actores de la Hammer. Con respecto a esto, Sasdy declararía en una ocasión: “Ellos me dijeron, ´Tú no debes contratarlo´… Yo tenía la arrogancia propia de un hombre joven por lo que no me podía importar menos su opinión”. Aida Young por su parte, seleccionó a una joven una joven de 23 años de edad llamada Angharad Rees para interpretar a Anna, luego de verla en la serie de televisión “But Now They Are Fled” (1971). Para su debut cinematográfico, la joven le pidió consejos a su padre, un profesor de psicología del Hospital St. Bartholomew. “Le pregunté acerca de un buen número de aspectos técnicos y el fue muy comprensivo”, declararía ella para la revista Films Illustrated. “Veía a Anna como un joven sencilla e inocente que había vivido tiempos difíciles. Ella cree que es normal y es capaz de proyectar esa normalidad para el resto del mundo, y eso es precisamente lo que más me entristece de ella… Desde el punto de vista de una actriz, aquel papel ofrecía toda una gama de posibilidades”.
“Hands of the Ripper” está basada en la presunción de que Jack el Destripador tuvo una hija llamada Anna. Luego de que este asesinara a su madre cuando Anna era pequeña, esta fue ubicada en un orfanato y eventualmente fue adoptada por una falsa médium llamada Madame Goldwin, quien no sólo la utiliza para escenificar falsas sesiones de espiritismo, sino que además está dispuesta a prostituirla con tal de ganar un poco más de dinero. Impulsada por el trauma de su infancia, Anna comienza a asesinar a todas aquellas personas que mediante determinadas acciones le recuerdan el fatídico momento en el que su padre asesinó a su madre. El único que sospecha del extraño comportamiento de Anna es el Doctor John Pritchard, quien está seguro de poder curar a la atormentada joven quien no está consciente de sus actos. En gran medida, es esta indefensión de Anna hacia el control de su padre lo que la convierte automáticamente en un personaje querible. Si bien es cierto que es ella quien comete una serie de cruentos asesinatos a la largo de la historia, es inevitable pensar que su trauma la ha convertido en una víctima más de Jack el Destripador, quien escondido en el subconsciente de la joven ahora la utiliza como el instrumento de sus nuevos crímenes. Es precisamente la batalla que Anna debe lidiar con el recuerdo de su padre (quien en cierta forma es su propio Mr. Hyde) lo que conduce esta interesante historia hasta su intenso final.
El Doctor Pritchard por su parte, no sólo es el encargado de transformar el relato en un verdadero estudio psicológico, sino que también hace las partes del héroe trágico de la historia. En un principio, la razón por la que el buen doctor intenta ayudar a Anna obedece a su deseo de poner en práctica las enseñanzas de Sigmund Freud, con lo cual pretende hacerse un nombre dentro del campo de la psiquiatría. Sin embargo, eventualmente Pritchard no podrá evitar sentirse atraído hacia la joven, desarrollando una suerte obsesión enfermiza hacia ella que lo lleva a ocultar los crímenes que esta comete con tal de mantenerla a su lado. Aunque en esencia las intenciones del doctor son nobles, uno no puede evitar pensar que utiliza el psicoanálisis como una suerte de acto sexual indirecto. Si bien la atmósfera malsana de la cinta está dada principalmente por la proyección del subconsciente de los protagonistas, Peter Sasdy se encarga de reforzar dicha atmósfera mediante un par de asesinatos cuidadosamente filmados. El director utiliza un estilo bastante giallesco a la hora de rodar las escenas de asesinatos, ya que si bien estas presentan algunas dosis de gore resultan ser bastante estilizadas, evitando siempre caer en lo meramente grotesco.
Ya en el ámbito de las actuaciones, nos encontramos con la estupenda labor de la dupla de protagonistas. Eric Porter le imprime un cierto aire de autoridad a su personaje, y al mismo tiempo lo retrata como un hombre compasivo que no puede evitar sentir cierta desesperación al ver que su querida Anna es incapaz de escapar del influjo de su sádico padre. Si bien su personaje comete una serie de errores a lo largo de la historia, la verdad es que es difícil culparlo por su falta de buen juicio dada la encrucijada en la que se encuentra. Angharad Rees por su parte, resulta creíble como esta joven traumatizada que inconscientemente se ve atrapada en un espiral de violencia del que pareciera no poder escapar. Además cabe destacar que es la química que se da entre la pareja de actores, lo que en gran medida ayuda a que la cinta resulte más efectiva. Por otro lado, nos encontramos con el maravilloso trabajo de fotografía de Kenneth Talbot, y con la estupenda banda sonora de Christopher Gunning, la cual resulta igualmente efectiva tantos en los momentos de tensión como en aquellos de mayor dramatismo.
Ya en el tramo final de la cinta, se le intenta dar una explicación sobrenatural al mal de Anna, lo que si bien atenta con destruir toda la base psiquiátrica de la historia, de todas formas no alcanza a ser un factor determinante dentro del relato. Durante el transcurso de los años, la Hammer se atrevió a tomar una serie de riesgos con distintos resultados. En esta ocasión, lograron con éxito darle un enfoque completamente original a la historia de Jack el Destripador, la cual sorprende por la profundidad que se le da a los personajes y por los altos niveles de estilizada violencia que contiene, los cuales generaron cierta polémica al momento de su estreno. “Hands of the Ripper” es una cinta con una gran carga emocional que rápidamente atrapa al espectador y no lo suelta hasta su intenso clímax. A mi gusto este es uno de los mejores films de la Hammer (sin duda está ubicado entre las 10 mejores producciones que la casa del martillo realizó durante los setenta), gracias a la calidad de su guión y al excelente trabajo del elenco y del equipo de filmación. En definitiva, ciertamente es una cinta recomendable tanto para los fanáticos de las películas de la Hammer, como para los amantes del buen cine de terror clásico.
por Fantomas.