Mirabas las ramas torcerse bajo el peso invisible
del viento, la violencia del agua arrancando las hojas, el jardín expuesto en su desnudez. Un paisaje hecho para el sol no resiste la visita de la noche. ¿Cómo diferenciar desastre de belleza? Si es tan similar la devastación que ambos dejan detrás, el desconsuelo que provocan al irse, si alguna vez han estado cerca nuestro.Eras, en la oscuridad de la tormenta, como una exploradora
que ha extraviado la brújula y espera, en la completa soledad, una señal de los astros, una complicidad azarosa e improbable que la lleve de regreso a casa. No es verdad que las exploradoras no temen ni que la infancia transcurre en una larga y luminosa mañana. El miedo otorga un nombre como una moneda falsa para comprar un espacio en el mundo, en el lenguaje. Una palabra sola y el territorio de pura luz queda vedado, minada la gratuidad de la única alegría real, que es la del cuerpo.