Revista Coaching

Harold Bauer: Aspectos artísticos en el estudio del piano (2ª parte)

Por Francisco José Balsera Gómez @fjbalsera

La gente habla de "utilizar la música de Bach" para lograr objetivos técnicos de una forma totalmente desgarradora. Parece que nunca piensan en interpretar a Bach, sino que más bien hacen de él una especie de maquinaria técnica mediante la cual esperan alcanzar un espectacular nivel musical. Incluso escuchamos los estudios de Chopin tergiversados de una manera igualmente cruel, aunque Bach, el maestro de maestros, se lleva la palma.

Se ha convertido en una perogrullada decir que la técnica es sólo un medio para alcanzar un fin, pero dudo mucho que esta afirmación deba aceptarse sin que sea cuestionada, ya que sugiere la conveniencia de estudiar algo que no es música y en lo que se cree que en algún momento se podrá transformar maravillosamente en una expresión artística. Bien entendida, la técnica es arte y debe estudiarse como tal. No debería haber ninguna técnica en música que no sea tratada como música en sí misma.

LA UNIDAD DE LA EXPRESIÓN MUSICAL

El piano es, de todos los instrumentos, el menos expresivo por naturaleza, y es de suma importancia que el estudiante sea consciente de sus características. La acción de un piano es puramente una pieza de maquinaria donde la nota individual no tiene significado. Cuando se pulsa una vez la tecla y suena la nota, hay una acción completa y la nota no puede modificarse ni cambiarse en lo más mínimo. Lo único sobre lo que el pianista tiene control es la duración del sonido, y éste tampoco puede durar más que las vibraciones naturales de las cuerdas, aunque puede acortarse al dejar de pulsar las teclas. No importa si la nota individual la toca un niño o Paderewski: en sí misma no tiene valor expresivo. En el caso del violín, la voz y todos los demás instrumentos excepto el órgano, la nota individual puede modificarse después de ser emitida, y en esta modificación está contenida la posibilidad de todo un mundo de expresión emocional.

Nuestro único medio de expresión, entonces, al tocar el piano reside en la relación de una nota con las otras que forman parte de una serie o de un acorde. Aquí radica la dificultad, la resistencia a la libertad perfecta, el tema principal para la inteligencia y el estudio cuidadoso y, sin embargo, tan pocos estudiantes parecen entenderlo. Su gran esfuerzo parece ser hacer que todo el ruido de una serie determinada se parezca al que hacen las monedas que se acuñan en la casa de la moneda. Acuden al piano como único instrumento y nunca buscan aprender de la voz ni de otros instrumentos que tienen recursos expresivos infinitamente superiores a los del piano. El principal encanto del piano reside en el dominio que el intérprete tiene sobre diferentes voces que cantan juntas. Pero hasta que el pianista no tenga en cuenta la voz individual en su relación con el conjunto, no tendrá medios para hacer su obra realmente bella.

Existe una gran necesidad de profundizar en el estudio de la música. Esto, como sé, se ha dicho muy a menudo, pero no está de más repetirlo. Cuanto más sepa una persona, cuanto más haya experimentado, cuanto más extenso sea su conocimiento sobre todas las ramas del saber, más tendrá que decir. Necesitamos individuos en el ámbito musical con grandes mentes, con amplios conocimientos y con objetivos bien definidos. Los músicos son demasiado propensos a especializarse excesivamente. Parecen tener una sed insaciable de dominar la jerga y la infinita variedad de métodos que se nos imponen en estos días, más que un deseo genuino de desarrollar sus objetivos musicales. La música está adquiriendo una tecnología tan confusa y tan extensa como la bacteriología. Parece que no hay fin para los nuevos tipos de métodos en las mentes de inventores furtivos y fértiles. Cada nuevo método, a su vez, parece engendrar otro, y así hasta la saciedad.

Entre otras cosas, sugeriría la conveniencia de que los pianistas cultiven algunos conocimientos sobre la construcción de su instrumento. Por extraño que parezca, es un hecho que el pianista promedio no sabe prácticamente nada de un piano, y en muchos casos desconoce por completo cosas tan simples como la manera en que se produce el sonido. La función de los pedales les resulta tan desconocida como la geología para el carbonero. Esta ignorancia conduce frecuentemente al empleo de métodos que sólo pueden calificarse de ridículos en extremo.

LA MÚSICA PRIMERO, EL INSTRUMENTO DESPUÉS

Por la forma en que tocan muchos estudiantes ambiciosos y serios, parecería que tienen la mente fija en algo que no puede transmitirse al mundo de otra forma que no sea la de los sonidos que provienen del piano. Por supuesto, el piano tiene un lenguaje peculiarmente propio, y algunos compositores han empleado este lenguaje con tal libertad y naturalidad que su música se resiente cuando se transpone a cualquier otro instrumento. La música de Chopin es totalmente pianística, pero es, ante todo, música, y cualquiera de las maravillosas melodías que surgieron del fértil cerebro del genio polaco-francés podría tocarse en otros instrumentos diferentes al piano. Sin duda, el deber del intérprete debería ser pensar en la composición como tal e interpretarla principalmente como música, independientemente del instrumento. Algunos estudiantes se sientan ante el teclado para "tocar" el piano exactamente como si fueran a jugar a las cartas. Han aprendido ciertas reglas que rigen el juego y no se atreven a desobedecerlas. Piensan en reglas más que en el resultado final, la música misma. Es apropiado que hagamos un símil con el idioma Italiano. Los italianos no dicen "yo toco el piano", sino "yo hago sonar el piano" ( Suono il pianoforte). Si tuviéramos un poco más de "sonar" el piano, es decir, si produjéramos efectos musicales reales, y un poco menos de tocar las teclas de marfil, la interpretación de nuestros alumnos sería más interesante.

LA VARIEDAD ES EL SABOR DEL ARTE

Difícilmente se puede cuestionar que la génesis de todo arte musical se encuentra en el canto, la forma de expresión musical más natural, más fluida y más bella. ¡Cuánto puede aprender un instrumentista del arte del canto!

Físicamente es imposible para la voz producir dos notas seguidas exactamente iguales. Puede que suenen muy similares, pero hay una diferencia bastante perceptible para el oído muy entrenado. Cuando un cantante comienza una frase, se requiere una cierta cantidad de fuerza motriz para poner en vibración el aparato vocal. Después de que la primera nota ha sido atacada con toda la fuerza de la respiración, naturalmente no queda tanto peso ni presión para las siguientes notas. Sin embargo, es posible que la segunda nota suene tan fuerte, o incluso más, que la primera nota. Pero para obtener la fuerza adicional de la segunda nota, es necesario compensar la falta de fuerza debida a la pérdida del peso o presión original, aumentando lo que podría llamarse la energía nerviosa; es decir, expulsando el aliento con mayor velocidad.

LA ENERGÍA MUSCULAR Y NERVIOSA

La manifestación de la energía nerviosa es muy diferente de la energía muscular, aunque ambas, por supuesto, están íntimamente relacionadas. La energía muscular comienza en su máximo y disminuye gradualmente hasta el agotamiento, mientras que la energía nerviosa aumenta en un espacio de tiempo inconcebiblemente corto hasta su clímax y luego cae inmediatamente a la nada. Se puede decir que la energía nerviosa está representada por una mayor rapidez de emisión. Es lo que el deportista llamaría "acelerón".

Lo que he dicho sobre la voz se aplica igualmente a todos los demás instrumentos, excepto al piano y al órgano. Es evidente que la ejecución de los instrumentos de viento está sujeta a las limitaciones de la respiración, y en el caso del violín y de los demás instrumentos de cuerda, donde el arco proporciona la fuerza motriz, es imposible que dos notas tocadas seguidas suenen exactamente iguales. Si la primera nota de una frase es atacada con el peso de todo el arco detrás, la segunda nota seguirá con mucho menos peso, y si el violinista desea intensificar cualquiera de los sonidos siguientes, deberá hacerlo empleando la energía nerviosa que he mencionado, cuando es inevitable que se produzca una diferencia en la calidad del sonido. El pianista debe observar atentamente y esforzarse por imitar estas características, que tan vívidamente transmiten la idea de vida orgánica en toda su infinita variedad, y que son inherentes a todo medio de expresión artística.

Se necesitaría un libro, y no pequeño, para abordar esta cuestión del fraseo y la respiración que estoy analizando ahora. Incluso en un libro así habría sin duda muchos puntos que estarían expuestos a ataques por parte de los más tiquismiquis de la tecnología psicológica. No estoy publicando propaganda ni escribiendo una tesis con el propósito de tener algo que defender, sino simplemente comparto algunos hechos que me han beneficiado en mi trabajo. Sin embargo, estoy convencido de que es deber del pianista tratar de comprender la analogía con las limitaciones físicas que rodean los medios más naturales de expresión musical, la voz y el violín, y aplicar el resultado de sus observaciones al tocar el piano.

EL EFECTO NATURAL DE LAS EMOCIONES

Hay otra relación entre el fraseo y la respiración que el estudiante puede investigar con provecho. Las emociones tienen un efecto directo e inmediato sobre la respiración, y cuando el cerebro informa al sistema nervioso de nuevas impresiones emocionales, las evidencias visibles pueden observarse primero en la respiración. Es completamente innecesario entrar en la fisiología o psicología de esto, pero una pequeña reflexión mostrará inmediatamente lo que quiero decir.

Es imposible presenciar un horrible accidente sin mostrar agitación mental y excitación en la respiración, que se vuelve más apresurada. La alegría, la ira, el miedo, el amor, la tranquilidad y el dolor, todos se caracterizan por diferentes modos de respiración, y un actor entrenado debe estudiar esto con gran atención.

Se puede decir que Si recorremos la escala de la expresión, empezando por la tranquilidad contemplativa, hasta el clímax de la intensidad dramática, la respiración se irá emitiendo progresivamente cada vez más rápido. el pianista respira sus frases. Una frase de carácter puramente contemplativo se respira con tranquilidad, sin ningún indicio de agitación nerviosa. Cada frase musical tiene algún tipo de mensaje expresivo que transmitir. Si la realización de una frase perfectamente tranquila se distribuye en una sucesión de breves respiraciones, indicando, como lo harían, agitación, sería una contradicción, del mismo modo que sería perfectamente incomprensible expresar la intensidad dramática con una respiración lenta.

En conclusión, invito a los estudiantes a que cultiven una actitud mental muy definida respecto de lo que realmente desean lograr. ¿Quieres hacer música? Si es así, piensa en música, y nada más que música, todo el tiempo, hasta el más mínimo detalle, incluso en la técnica. ¿Tu ambición es tocar escalas, octavas, notas dobles y trinos? Entonces concentra tu mente en ellos, excluyendo todo lo demás, pero no te sorprendas si, cuando más tarde quieras aportar vida a tus movimientos mecánicos, no consigas más que los movimientos tontos de un títere con un mecanismo de relojería.

Para leer la primera parte del artículo, pincha con el ratón AQUÍ.

Si deseas conocer más sobre la filosofía musical y pianística de Harold Bauer, puedes visitar la siguiente entrada del blog pinchando con el ratón AQUÍ.

- Cooke, J.F. (1917). Great pianists on piano playing: Study talks with foremost virtuosos. Philadelphia: Presser.

Traducción: Francisco José Balsera Gómez


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