Has sido tú, chico cocodrilo...
El niño que acudía al SAR con su madre:
-. En realidad tengo cita con el pediatra mañana, pero como Daniel no está bien y pasábamos por aquí...
-. Dígame, que le ocurre a Daniel?
-. Le duele la garganta.
-. ¿Tiene fiebre?...
-. Un poco, creo, de todas formas le he dado Dalsy y ahora ya no tiene.
-. Bien, vamos a ver esa garganta...
Al oir esta frase el chiquillo pareció quedarse clavado en el suelo, en una actitud que presagiaba que no mostraría mucha disposición a colaborar ...
Llevarlo hasta la camilla ya supuso todo un reto, a la par que un cierto riesgo para la integridad, por la posibilidad de recibir alguna patada descarriada... -. Tranquilo Daniel, hombre; no vamos a hacerte ningún daño... Fue introducir el depresor entre sus labios y morderlo él, todo en un mismo gesto y mientras lateralizaba la cabeza convulsivamente, en un intento de arrancarme el instrumento de las manos o de dispensarme algún mordisco, quién sabe... -. A ver señora, por favor: ayúdeme un poco. Sujetele los brazos de esta forma, para que no le resulte posible girar la cabeza... Cerró su boca en un potente e intencionado trismus, que impediría la introducción de cualquier cosa en su cavidad oral, aunque sólo fuese el pelo de una gamba... No sirvieron comentarios, reflexiones, intentos de diálogo o negociaciones...: no hubo forma y finalmente: -. Señora: no está en mis manos el seguir intentándolo sin evitar que la situación se torne violenta o peligrosa: así que siga dándole Dalsy según pauta y llévele mañana a su cita con el pediatra, a ver si para entonces decidiese mostrar una actitud más colaboradora...
