Solo, aunque muy arropado; herido pero de pie; decepcionado aunque no sorprendido; un poco cansado pero jamás vencido; mi ideario intacto, blindado e impoluto; mis principios, más asentados, mis espaldas, cada vez más anchas y resbaladizas.
La memoria es corta, más bien interesadamente corta y olvidadiza; a la hemeroteca se obvia sesgadamente incluso retando el poder intimidatorio que ejerce su realidad. Esos “San Pedros” que no te conocen de nada cuando te va mal y aquellos cobardes que no tienen más dignidad que esconderse entre la multitud que tira piedras pero jamás se han atrevido nunca a ponerse de frente y mirar a los ojos. Aquéllos que, en constante Carnaval, por delante tienen una cara y por detrás otra; aquéllos que te venden borrando de un plumazo tanto entregado por la causa. Con todo, la vida sigue; eso sí, las marcas de las heridas de guerra ahí quedan; los recuerdos y vivencias, grabados. Doy la vida por los leales guerreros y saco de mi memoria aquéllos que no se metieron conmigo en el fango. Algunas canas y arrugas más son delatadoras, muchas horas de vuelo, muchísimo lo aprendido y enormemente lo agradecido a cuantos se han dejado un ápice de preocupación y una gota de sudor por un proyecto compartido. Mis respetos y mi cercanía para los muchísimos que me han querido y mi saludo educado para los poquísimos que no. El martes se me caerá el mundo encima por no poder pisar verde, ni poder dirigirme a mis jugadores ni sentir el sonido del golpeo del balón. Es mi vida, mi pasión y mi vocación. Sin duda, mi cuerpo entero llorará pero es mi decisión. Llegué a ti un 1 de agosto de 2013 cuando estabas a punto de desaparecer y que me corrijan si me equivoco, me marcho, con 92 partidos habiendo defendido tus colores, el entrenador que más partidos te ha dirigido en tu historia. Te dejo en el 11° puesto a 2 puntos (convencido que nos darán la razón de lo de Salteras) del ansiado objetivo del ascenso de categoría, con el equipo más joven posible a falta de 10 jornadas, con una filosofía de juego e identidad propia consolidada y con unos jugadores que más que pupilos han sido fieles amigos, gracias Atco. Sanlúcar. Y los que sin ellos todo hubiera sido totalmente imposible, Josema, mi amigo de siempre, 2° entrenador, preparador de porteros; María, psicóloga y un futuro prometedor, Manuel Escudero, delegado y gran entendido de fútbol, así como no quiero olvidarme de la labor que llegó a realizar mi buen amigo Óscar. Sin duda, un trozo de mi corazón queda en ti, "Sanlúcar de mis amores", como dice tu himno.Hasta la próxima aventura.