El Barcelona sentenció el partido más esperado del año con un incontestable 4-1 y, de paso, también la Liga, si es que no lo estuvo de antemano, con el Real Madrid en estado crítico, incapaz de solventar partidos que en condiciones normales acabarían con un saco de goles en la portería rival y sin despeinarse. Los más optimistas, no obstante, pensábamos que el Atlético era la alternativa a los blancos en la pelea por el título liguero pero, vista la superioridad que demostraron los blaugranas en el Camp Nou y los nueve puntos que nos aventajan, la Liga parece más que perdida.
El Atlético salió al campo con una actitud admirable. Cedió la pelota al Barcelona, hecho que el más versado consideraría un suicidio. Pero los rojiblancos no perdieron en ningún momento la compostura ni la paciencia por no tener el balón. Las incursiones de Iniesta, Messi y Pedro eran sofocadas con serenidad y sangre fría por los jugadores atléticos, que no dejaban espacios al endiablado juego de los culés. De hecho, las pocas perdidas de balón del Barcelona se convertían en contragolpes letales de los rojiblancos. Puyol y Piqué veían desconcertados como, un aparente inofensivo rival, agazapado en su campo, era capaz de hacer peligrar su dominio y de poner el marcador en contra. Dos pases rápidos, balón a Falcao y ocasión de gol. Un palo, un mano a mano con Víctor Valdes que se fue fuera y la tercera un gol para quitarse el sombrero, el pantalón y los calzoncillos si hace falta.
Por momentos parecía factible que el Atlético diera la campanada y ponerse a tres puntos. Con semejante hazaña hubieran sido pocos los que no lo considerarían un candidato al título. Pero una genialidad de Adriano puso los puntos sobre las íes y lo que parecía un rival seguro y peligroso se convirtió en el enésimo equipo al que el Barça ningunea. Así llegó el segundo gol, obra de Busquets, que derrumbó definitivamente el plan de ataque de Simeone. Con el resultado de cara para los de Vilanova el Atlético fue otro equipo distinto. También el Barcelona. Cómo no apareció Messi con los dos goles de rigor, finiquitando la segunda parte, el partido y las esperanzas de los que creíamos en una Liga distinta de las de los últimos diez años. El Real Madrid queda muy lejos, trece puntos, y el Atlético no es rival para el Barsa. Por ello el mensaje de Simeone es coherente y realista. Ir partido a partido en la Liga, como hasta ahora. Y no obsesionarse con quimeras.