Hoy estamos de despedida. Tal vez por unas cosas o por otras, fruto de la casualidad o no…he sido el último en llegar, y el primero en despedirme. Puede que sea un hasta pronto familia, o puede que sea una despedida de verdad, de las que se dice adiós y nunca más se vuelve a saber qué fue de todo aquello.
Empezaba con miedo, tembloroso, con ganas al mismo tiempo de formar parte de la familia arkitiritera, un par de meses después, y habiendo intentado aportar algún tema de debate, de conversación de bar con caña entre las manos, me toca despedirme.
No puedo hacer una síntesis real de lo que ha supuesto arkitiriteros para mí, y tampoco puedo decir que mi participación, tan fugaz y efímera, haya sido provechosa para el colectivo. No me atrevo siquiera a decir, que he participado de esta pequeña familia, lo que puedo asegurar es que me acogieron en su momento como uno más, que me han hecho partícipe de lo que suponía ser un arkitiritero, y que han hecho de su casa, mi pequeño refugio de divagación.
Lo efímero de mi participación (Imagen de internet).
¿Qué más se puede pedir? Se puede pedir que sus puertas estén abiertas siempre para mí, que se abra una ventana a la conversación, a la discusión, a la reflexión. Se puede pedir que esto no pare, que continúe, que seamos capaces de seguir, de crecer como familia. Que este pequeño espacio, se convierta en todo aquello en lo que se pensó cuando empezaba; que el mundo de locos en que vivimos, de vez en cuando adquiera cordura, se detenga un momento, y se convierta en esa noria que nunca para de girar.
Sé que hoy me toca decir adiós, pero espero poder decir hola tan pronto como sea posible.
Tw: @marcosvillapun