Revista Cultura y Ocio
La entrada de hoy es bastante especial y personal para mí y también una explicación a mi ausencia en estos días. El domingo pasado mi abuelo murió tras una lucha contra el cáncer que llevó con toda la fortaleza que pudo pero que no pudo superar. Mentiría si digo que murió sin sufrir porque la verdad hasta el último día estuvo padeciendo las consecuencias de un cáncer que empezó en los pulmones y que se propagó hasta los huesos. La maldita enfermedad del siglo XXI se ha llevado a una de las personas más importantes de mi vida y una parte de mi se queda huérfano. Se fue justo el día de su cumpleaños y lo entiendo como una forma muy poética de fallecer: mueres el mismo día que naciste, el círculo se cierra. Vida y muerte.
Guardo los mejores recuerdos con mi abuelo, desde las veces que siempre se paraba en la calle para hablar con todo el mundo hasta las veces que me decía que en los lugares más oscuros vivía el "Tantarantán" y que tenía que tener ciudado, las vacaciones en la playa con él, las veces que fuimos a pescar cangrejos, cuando me enseñó cazar grillos en el campo... miles de recuerdos que siempre recordaré y que podría recoger en un libro. Ha criado a nueve hijos en un mismo techo y tuvo la suerte de tener trece nietos que lo quisieron siempre. Mantuvo su sentido de humor muy particular hasta casi el último día de su vida y es que pese a la enfermedad siempre tenía un chiste o una ocurrencia que nos hacía reír a todos.
Abuelo, nunca te olvidaremos porque te llevaremos en nuestro recuerdo, vivirás dentro de nuestro corazón y que en los momentos más difíciles de nuestra existencia tu estarás ahí de alguna forma. Hasta siempre Abuelo.