Recuerdo la fría mañana en la que te conocí, cuando viniste a mi vida en una humilde caja de cartón. Desde el primer momento me di cuenta de que tú no eras como los demás perros que había visto crecer, tus primeras semanas me traen a la mente la imagen de tu tripita moviéndose lentamente mientras te quedabas dormido en cualquier lugar, por lo que yo me erigí como tu protector, al fin y al cabo, eras mi compañero.
Sé que voy a llorar escribiendo estas líneas, pero por ti amigo, vale la pena.
El tiempo pasó, y dejaste de ser un cachorro indefenso para convertirte en mi amigo, pasando horas jugando, caminando e incluso hablando sin articular palabra. Comenzó mi andadura por los platós y estrados, y ahí estabas al acabar, con tus ojos de inteligencia y amor, daba igual el tiempo había pasado sin vernos, tu alegría al encontrarnos siempre era la misma.
Crecimos juntos, pero la distancia hizo que dejara de preocuparme por ti, banalizando tu existencia sin prestar atención al amigo más verdadero, siento haberme perdido tantos momentos a tu lado, a veces querer perseguir tus sueños te hace descuidar lo que más quieres.
También te convertiste en el perro del pueblo, con tus escapadas a deshoras, tus procesiones de Semana Santa, tu inteligencia, tu belleza y tu fuerza; Velada se queda huérfana de ti, amigo.
Ahora me doy cuenta de lo que significa que no vuelvas a darme la patita, no volver a acariciar tu pelo inmaculado, no volver a hablar con los vecinos de tus trastadas, no volver a verte aparacer en casa de los abuelos para que te den de comer… Me han arrancado un trozo de mi vida.
Me entristece saber que esta será nuestra última
conversación, pero necesitaba sacar fuerzas para demostrarte lo mucho que te
queremos todos, para que siempre nos mires desde arriba, como hacías aquí.
Hoy te han arrebatado la vida, los humanos no entendemos
de libertades, hoy tu recorrido diario libre como un pájaro te ha salido muy caro y
a nosotros nos has dejado con el corazón roto. Ya descansas debajo de esa
higuera que te vio crecer, y que fue cómplice de tus huidas y regresos
nocturnos.
Por último, quiero darte las gracias por darme una lección que jamás olvidaré: La libertad se paga, incluso con la vida.
Te amamos, compañero.
Hasta siempre Currito.
27/7/2018