Me gusta cantar y de haber tenido además una voz bonita me habría presentado a los castings, sin duda alguna. Creo que es una profesión hermosa que, de tener vocación auténtica, puede darte muchas satisfacciones y alegrías... y admiro a esas personitas capaces de dejarlo todo por luchar para cumplir su sueño.
Por eso estoy bastante cabreada y desilusionada. Anoche se acabó y seguramente sea para siempre, puesto que la cadena que apostaba por el programa ha decidido prescindir de él. Porque no ha funcionado, alegan. Porque no daba el dinero suficiente.
Pero vamos a ver, queridos, la culpa no ha sido ni de Tele5, ni de los profesores, ni del jurado, ni de la audiencia, ni de los responsables de casting. Ha sido un poco de todos: granito a granito hemos ido creando una montaña que, finalmente, se derrumbó.
Cuando OT vio la luz por primera vez nadie se esperaba el éxito que tuvo. El presentador era mediocre, la academia bastante cutre y las galas daban risa, así en general. Pero había tres cosas que se han ido perdiendo poco a poco: el talento, la inocencia y la disciplina. Supongo que gracias a la ignorancia, aquellos profesores se lo curraban de verdad con los alumnos. Los alumnos eran verdaderamente conscientes de la importancia de estar ahí, de aprender, de formarse, y eran humildes y respetuosos con todos. Sus voces eran tremendas, diamantes en bruto que fueron puliendo a base de ensayos y clases, y cuando salieron de la academia tenían una base musical más que aceptable.
En definitiva, OT fue un programa de ocio en el que se lanzó a la fama a unos chicos a base de enseñarles un oficio. A diferencia de Gran Hermano, la Casa de tu Vida, el autobús, etc, en Operación Triunfo se premiaba el esfuerzo y la dedicación, y no si daban más o menos juego dentro de la academia, liándose los unos con los otros. En el primer OT no hubo escándalos, no fomentaban la polémica, no se vio a ningún cantante responderle con chulería al jurado, no pretendieron darle importancia a nada que no fuese los concursantes... los protagonistas.
Pero entonces todo empezó a cambiar. Los castings nos surtían de gente ilusionada pero con voces del montón. Chicos y chicas guap@s, carismáticos, futuros "productos". Gente a la que engañaban haciéndoles creer que llegarían a ser grandes artistas, cuando al final no llegaron a vender ni tres discos. Llegó Ángel como director, que es muy bueno animando el cotarro pero es poco disciplinario. Llegaron los pueblos entregados para salvar al concursante paisano con campañas publicitarias sin fin, aunque no cante una mierda. Llegó Risto como jurado, que en poco tiempo se hizo con toda la atención (le costó poco, además) y provocó que los triunfitos se relegasen a un segundo plano.
Y eso NUNCA DEBIÓ SUCEDER. Ellos, sus voces, deberían haber sido protagonistas del concurso. Tomemos como ejemplo a Susan Boyle o a Paul Potts, verdaderos artistas que se merecen el éxito y que rompieron moldes elevando la audiencia hasta el infinito. Me cuesta mucho creer que en España no haya mejores voces que las de los nuevos concursantes... aunque sean viejos, aunque sean feos, aunque no vendan discos por sus tetas. Este es un concurso de música y queremos buenos cantantes.
Qué mas da los pepinacos que Sony les regale a los alumnos. De qué sirven las minifaldas de la Pilar Rubio. Qué importan las modernísimas instalaciones de la academia, si luego los chicos ni se aprenden las canciones. Qué sentido tienen las guerras entre el jurado y los profesores, como si fuesen Pimpinela en sus buenos tiempos. Qué importan las relaciones de amor-odio entre los concursantes. Qué mas da el bailecito sexy del alumno buenorro, si desafina como una hiena chillando. Yo creía que aquí se buscaba artistas, y al final parece que eso es lo que menos importa porque nunca se queda el mejor. Los nuevos alumnos de la academia no evolucionan, no despuntan, no florecen. Llevan un mes tratando de mejorar, rodeados de los mejores profesionales, el mejor equipo, la mejor música, el mejor escenario, las mejores coreografías, el mejor atrezzo... y entonces llega un chaval de fuera con su piano, se pone a cantar y hace que te olvides de todo lo demás:
Cómo no lo va a notar la audiencia.
Y a mí me da mucha penica.
Como siempre, los que pagan el pato son ellos, los concursantes. Porque les engañaron haciéndoles creer que la cosa iba de alcanzar su sueño, pero nadie les advirtió que para eso tendrían que saber venderse bien porque sin dinero no hay canción.
P.d: Absolutamente hilarante el post sobre la gala de ayer de mi querido Al. No se olviden de pasarse por allí para echarle un ojo.