Ayer se terminó Vive cantando y, aunque no he podido seguir con las crónicas por cuestión de tiempo, sí que quiero dedicarle una entrada porque es una serie a la que le tengo mucho cariño.
La verdad era que, visto como se estaban desarrollando las cosas, tenía miedo de que todo se quedara colgando, pero no. Por suerte, el final ha sido bastante cerrado. Sí, han dejado algún fleco que otro colgando y, desde luego, me habría gustado ver ciertas cosas, pero ha sido un final a la altura y que ha dejado buen sabor de boca, algo de agradecer dado que el último tramo ha sido más amargo que dulce.
Y es que los últimos episodios de Vive cantando han explotado una de las cosas que menos me han gustado de la serie: la carta blanca para juzgar e insultar tanto a Trini como a Jeco, mis dos personajes favoritos. Era curioso, pues prácticamente la mayoría de personajes no dudaba en atacar a Trini con dureza y en llamar tonto o poner en tela de juicio el criterio de Jeco, lo que no dejaba de ser injusto dado que la primera era mucho más generosa y bondadosa que sus detractores (Paula y Juanjo no eran nadie para juzgarla así), mientras que Jeco había madurado mucho desde que se había convertido en padre.
Era algo que tocaba mucho la moral, sobre todo cuando ningún personaje era perfecto ni podía dar lecciones a los dos susodichos.
De hecho, esa ha sido siempre la gracia de Vive cantando: todos los personajes se equivocaban, sí, pero también era muy sencillo comprender su equivocación, sentirse identificado. El problema es que en este último tramo no han estado demasiado acertados en ese tema en algunos casos. Sí que era comprensible el que Mariano mintiera, al igual que la (loca) decisión laboral de Asun que tan buenos momentos dio, incluso el flirteo de Paula o la estupidez en la que cae un Carlos al que le habían dado por todos los lados.
Sin embargo, el triángulo amoroso que se sacaron de la manga no estaba tan bien armado. Todos los demás, eran bastante coherentes, sus motivaciones eran claras: Mariano temía decepcionar a su mujer, Asun encontró una forma de recuperar su preciado estatus, Paula se vio siendo adorada por un hombre atractivo y Carlos optó por la vía fácil. Sí, se equivocaron, tú veías que la cagaban, pero era muy humano por su parte.
Al igual que lo resultaba la renuencia de Trini a no contar la verdad sobre Manu o el ultimátum de Elena en este último episodio. Pero lo que no tenía ni pies ni cabeza ha sido la posición de Juanjo durante la segunda mitad de temporada.
Juanjo siempre ha sido un gruñón, un alcohólico derrotista con muy mala leche, pero también era un hombre coherente y, bajo su mal carácter, sensible que nunca hacía daño. Sí, se le podía calentar la boca en una discusión y ser cruel, pero no pasaba de ahí. Sin embargo, para tener triángulo, han hecho que esté todo el día metiéndose con Trini con saña y jugando con Elena, a la que era evidente que no quería y no iba a querer. De hecho, resultaba muy desconcertante ver como se tiraba en brazos de Trini a la primera de cambio, mientras la dejaba casi de Anticristo y repetía lo buena que era su novia, a la que engañaba.
Me ha gustado mucho Elena, por cierto. No sólo me caía bien, sino que su amistad con Trini dio buenos momentos y ha sido de los pocos que ha creído en ella. Ha sido original que nos hayan dado una gran tercera en discordia, alguien que era buena, simpática y adulta. En ningún momento ha creado ningún numerito, siendo la peor parada de los tres y también la que mejor se ha portado.
Pero lo de Juanjo no me ha convencido. Parecía bipolar y su actitud no era propia de él y menos en este momento. Quiero decir, si hubiera ocurrido después del engaño de Trini, sí que habría sido más comprensible, pero quedaba rarísimo que en un episodio le pidiera ayuda a Trini y que ella cumpliera, que al siguiente no sólo estuviera celoso, sino que tuvieran momentos de amistad y, al siguiente, la pusiera fatal y se liara con Elena en cero coma.
Por suerte, en este último sí que han sabido cerrar esa trama, emocionando por el camino. Ha quedado claro que Juanjo siempre ha estado enamorado de Trini y que, aunque la opción más sensata era Elena, no era la adecuada. Me ha gustado que Juanjo decidiera quedarse por Trini, no por Manu, y que lo hiciera sin tener certeza, sólo porque la quería. Encima, nos han regalado una escena de balcón preciosa que ha ido in crescendo hasta que, al fin (¡al fin!), Trini le ha contado que Manu es el hijo de ambos.
Joder, qué gusto ver eso.
En serio, me he tirado nueve episodios deseando que se le contara. Sí, entendía que Trini tuviera miedo de perder a alguno de los dos. También era verdad que lo había intentado antes, pero Juanjo no se lo había puesto nada fácil. Así que verle decir la verdad ha sido casi para aplaudir. ¡Por fin!
Además, ha sido muy bonito ese momento en que, tras la revelación, Trini y Juanjo se han reencontrado y muchos personajes han salido en defensa de Trini, contando sus múltiples errores. Salvo Asun, lo que ha sido muy propio de ella. Me habría gustado ver la reacción de Manu, pero estoy muy contenta con el final. Porque es lo que Paula ha dicho: Juanjo se enfadará más de lo habitual, pero lo solucionarán con ocho roncolas, si es necesario. De hecho, esa última escena de los dos entrando en el karaoke cogidos de la mano dice mucho. Así que, para mí, estos tres serán una familia feliz por siempre jamás.
Al igual que lo serán Jeco, María José y las gemelas, que ha sido lo único que se ha quedado colgando. Carlos y Paula se han reconciliado, Rafael y la genia de Charo han empezado algo y César ha dicho en voz alta lo que se veía venir: que quería intentarlo con Asun. Vamos, que todos han tenido su final feliz, como si de un cuento se tratara, salvo Jeco que, para variar, es el personaje peor parado.
Yo, de verdad, no entiendo cómo los guionistas han sido capaces de escribirle esa trama al pobre chico si es un amor. En un giro de lo más rebuscado, se inventaron que era estéril y que las gemelas eran de un tío del que ni habíamos oído hablar. Pues OK. En ese momento, yo habría matado a alguien, al igual que lo que siguió, porque al pobre Jeco no le ha salido nada bien. Nada. No sólo las gemelas no eran sus hijas, sino que tuvo que aparecer el padre y llevárselas, justo cuando María José estaba a punto de admitir que sí sentía algo por él.
Esa historia se ha quedado sin cerrar, pues la trama de Jeco del último episodio ha sido un poco de relleno, con ese vaivén de si se iba o no. No obstante, basándome en el comportamiento de María José, en lo atenta que ha estado con él y como intenta que Jeco siga presente en la vida de las gemelas, he decidido que acaban juntos. Ea.
Que, jolín, citando a Estela Reynolds: Jeco es el punching bag de esa familia. Lo que no mola porque Jeco era le mejor persona de todo el elenco.
Por cierto, aprovecho para decir que he echado de menos que lo juntaran con Manu, olvidándose de esa amistad para que Manu trabara otra con Paula. Pero, no sé, me gustaba que fueran amigos. Bueno, Manu me ha gustado mucho en general. Era la mezcla perfecta entre Trini y Juanjo, con el buen fondo de ambos, la generosidad de su madre y la mala leche de su padre, como hemos visto en ese zasca que le ha dado a Carlos sólo para que Paula fuera feliz.
Es una pena que hayan cancelado la serie. Me alegro de que los guionistas lo dejaran todo más o menos cerrado (estos son listos, que todas las temporadas las han planteado como si fueran el final), pero se han quedado cosas en el tintero que me habría gustado ver: el nuevo estatus quo de Trini, Juanjo y Manu, por ejemplo; o que le dieran a Jeco su merecido final feliz.
Pero, bueno, hemos disfrutado de dos temporadas muy majas. Porque en estos últimos episodios no he estado muy contenta con algunas cosas, pero, pese a eso, Vive cantando era una serie que emocionaba y entretenía, lo que no todas saben hacer. Además, la Trini de María Castro ha sido una gran protagonista con sus luces y sus sombras y voy a echar de menos el verla con su buen corazón y sus meteduras de patas.
Hasta siempre, Trini, fue un placer conocerte.