Portada de El jardín de
las hadas sin sueño,
el detonante de esta entrada.
De esto me di cuenta- muy avispada yo- mientras leía El jardín de las hadas sin sueño, de Esther Sanz. Novela que llevaba tiempo queriendo leer, y cuya primera parte, El bosque de los corazones dormidos, me gustó bastante. Supongo que tras leer No soy un serial killer, historia que desde luego si no peca de algo es de poco original, esperaba volver a otra historia que, al mismo tiempo que me gustase, me emocionase o me dejase conectada con los personajes, también me resultase atractiva por otras cosas. Diferente. Pero leyendo El jardín de las hadas sin sueño, a pesar de haberlo hecho en un suspiro y muy a gusto, me he dado cuenta de que me aburro. Estoy harta de una chica que promete en un libro, y que se enamora en el segundo con tanta facilidad. Harta de chicos malos que resultan ser buenos para que puedan tener una idílica historia de amor. De finales edulcorados y de escenas azucaradas. Y ojo que esto no va por esa novela en concreto.
Bárbara G. Rivero, autora
de la tetralogía de Laila Winter
Obviamente, hay muchas novelas juveniles, y de diferente corte. No me importaría volver a leer algo como El silencio se mueve, cualquier novela desbordante de fantasía como las de Laila Winter o, incluso, una historia de amor del tipo Hermosas criaturas. Y para qué hablar de cualquier cosa de Laura Gallego, Francesc Miralles o Jordi Sierra i Fabra. Lo que no quiero es regresar a esas historias de amores insulsos, a esas copias de novelas de éxito, ni a libros que lo único que ofrecen es una lectura rápida. Y de ésos tengo unos pocos en mis estanterías, todavía.
Tal vez por eso mis siguientes lecturas fueron La cabeza de Diana y La reina del Sur, tan diferentes a lo que estoy acostumbrada.
¿Y vosotr@s? ¿Qué estáis leyendo ahora? ¿Os ha pasado algo así? ¿Con qué libros? ¿Qué hicisteis? ¿Qué decidisteis leer después? ¡Nos leemos!
Poy