Revista Opinión

Hawking, la realidad autocontenida

Publicado el 14 octubre 2010 por Franky
El científico británico Stephen Hawking afirma en un nuevo libro que todo indica que el Universo es una realidad autocontenida en la que nada exterior pudo influir nunca, ni siquiera para elegir sus leyes. Dios no habría tenido ni la oportunidad de hacerle andar; la física moderna no deja lugar a la existencia de un Dios creador del Universo. Como el darwinismo eliminó la necesidad de un creador en el campo de la biología, así, el astrofísico afirma, que las nuevas teorías científicas hacen redundante el papel de un creador del Universo; es probable que existan no sólo otros planetas, sino también otros universos, es decir un multiuniverso. El mismo Big Bang, la gran explosión en el origen del mundo -añade-, fue consecuencia inevitable de las leyes de la física. Con lo cual, Hawking se desdice hoy de aquellas ideas expresadas en su obra ‘Una Breve Historia del Tiempo’, en la que sugería que no había incompatibilidad entre la existencia de un Dios creador y la comprensión científica del universo; y rechaza la hipótesis de Isaac Newton, que expresa: “El Universo no puede haber surgido del caos gracias sólo a las leyes de la naturaleza, sino que tuvo que haber intervenido Dios en su creación”. (www.elmundo.es).

Hawking piensa que habrá que buscarle otra explicación, porque Dios no sólo no aporta nada para entender el Universo, sino que parece que el mismo Universo le impide encajar en él. Quizá la respuesta esté en el Multiverso, la infinita espuma de los universos haciendo, ciegamente, que exista todo lo que es posible que exista. Así pues, si el Universo es “una realidad autocontenida” y “redundante el papel de un creador” quiere decir que el Universo o Multiuniverso es Dios; Dios es el Ser Supremo, Increado, no producto de la casualidad. Dios origina toda la Creación incluido su desarrollo evolutivo con un sólo acto de su voluntad, con un “fiat” = hágase, que la echa a andar. Ahora bien, no se sabe qué es eso de “la espuma infimita que obra ciegamente”, pues la misma estructura tan regulada del universo y todas las equilibradas leyes que rigen los astros y los seres vivos niegan la idea de esa “espuma que obra ciega”, esa ceguera no es admisible.

La ciencia no se contrapone a la religión ni viceversa; es necesario ­no confundir la ciencia con los científi­cos, que cuando opinan, fuera de su parcela, pueden dejarse llevar por sus prejuicios e intereses personales; la ciencia no puede ir, directamente, ni a favor, ni en contra de la existencia de Dios. Si no se puede dar una explicación racional a la existencia de Dios, tampoco se puede demostrar su inexistencia; la inexistencia, sin más, no se puede probar. Hay científicos que no creen en la exis­tencia de Dios, a veces, por desconocer las razones y argumentos principales que ofrece la religión sobre las cuestiones reales que ellos defienden; y otras, por causas o hechos perso­nales que les impiden la fe y los separa de Dios. Es manifiesto que no hay nin­guna verdad científica que se oponga a la existencia de Dios, en caso de que existieran motivos cien­tíficos de ello, no habría ningún hombre de ciencia creyente; y, ciertamente, son muchos los grandes científicos que tienen fe, que creen en Dios.

Albert Einstein, autor de la Teoría de la Relatividad, dijo que la religión sin la ciencia estaría ciega, y la ciencia sin la religión iría coja. Von Braun, el cerebro director de la NASA que propulsó al primer hombre a la luna, era creyente y así, decía que cuanto más conocemos la naturaleza, más razones nuevas encontramos para asom­brarnos de la creación divina. Heisenberger, premio Nobel de Físi­ca y un científico de los más grandes del siglo XX, habla de Dios como autor del cos­mos.


C. Mudarra




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