Por Iván Rodrigo Mendizábal
(Publicado originalmente en revista internacional Amazing Stories, Hillsboro, NH, el 15 de marzo de 2018)
Stephen Hawking en una fotografia de producción de la serie Star Trek.
El reciente fallecimiento del connotado científico Stephen Hawking me obliga a hacer una aproximación a su obra, particularmente en el terreno de la ciencia ficción. No es que Hawking fuera un autor de ciencia ficción, pero su constante diálogo con ella, desde el campo de las ciencias es fundamental. Se puede decir que Hawking, impulsado probablemente por la literatura de ciencia ficción llevó al extremo el pensar científico en el terreno de la física.
De hecho, Hawking tuvo contacto con la ciencia ficción desde muy temprano. Lo reconoce en una entrevista contenida en su libro Black Holes and Baby Universes and Other Essays (Bantam Books, 1994, traducida al castellano como Agujeros negros y pequeños universos, Crítica, 2014), por lo demás compilación de ensayos y textos relativos a los agujeros negros. La entrevista fue realizada por Sue Lawley para el programa “Discos de la isla desierta” de la BBC en 1992. En aquella Hawking afirma:
“Leí bastante ciencia ficción cuando fui adolescente. Pero ahora que trabajo en el campo [científico], considero que mucha de la ciencia ficción es un poco simple. Es muy fácil escribir sobre cómo conducirse a través del hiperespacio o sobre la teleportación de gente si uno no tiene que hacer que sea esto parte de una representación consistente. La ciencia real es más interesante que eso porque está en realidad con el suceso allí mismo. Los escritores de ciencia ficción nunca indicaron nada sobre los agujeros negros hasta que los físicos pensaran en ellos. Por eso es que, ahora, tenemos una buena evidencia de varios agujeros negros” (p. 156).
Portada del libro de Hawking, “Black Holes and Baby Universes and Other Essays”
Se podría especular que Hawking se motivó en los relatos de ciencia ficción para entrar en el campo de la ciencia. Las biografías hablan de un mal estudiante y de alguien que prefería escaparse para pensar fenómenos no siempre convencionales. Eso de mal estudiante en realidad tendría que leerse como la actitud del genio que prefiere salir por la tangente de las normas y buscar en otros horizontes, incluidas las lecturas más aleccionadoras, los recursos que luego serían parte de su trabajo intelectual. La ciencia ficción, en este contexto, por más género ligado a la industria cultural contemporánea, si bien pone imágenes de cuestiones en diálogo con la ciencia y la tecnología, pudo haber inspirado a profundizar fenómenos de la física y, al mismo tiempo, separar los mitos que construye la cultura popular de lo que es el propio trabajo científico. Stephen Hawking, en efecto, se destacó en el campo de las ciencias con trabajos y declaraciones polémicas que le hicieron merecedor de reconocimientos y premios.
El interés por los agujeros negros es, quizá, un punto esencial en la obra de Hawking. No es que sea el único tópico, claro está, pero sí el que más le ocupó en sus investigaciones. El libro en cuestión, Black Holes and Baby Universes and Other Essays, aborda la inquietud por los agujeros negros. En otro ensayo del mismo libro, “Oxford and Cambridge”, Hawking declara: “La región de la que no es posible escapar se llama ‘agujero negro’ y su límite ‘horizonte de eventos’. Cualquier cosa o individuo que caiga en el agujero negro a través del horizonte de eventos llegará a un fin del tiempo en la singularidad” (p. 17). Se trataría de una región inquietante que supone el fin, pero al mismo tiempo abre la posibilidad de cualquier otro horizonte impensado (que no es vía de escape o camino hacia algo); por lo menos se puede entender tal alocución así.
Sin embargo, caer en el agujero negro, para la ciencia ficción se ha constituido en un tema; para Hawking más bien un reto para pensar su naturaleza. Él nos dice en su ensayo “Black Holes and Baby Universes”: “Caer en un agujero negro se ha constituido en uno de los horrores de la ciencia ficción. En realidad, hay que afirmar, los agujeros negros son uno de los tópicos que interesan a la ciencia más que a la ciencia ficción” (p. 104). Con ello Hawking separa la ficción de la realidad o, si se quiere, las elucubraciones sobre la contingencia del peligro que puede suponer un agujero negro y que pueden desatar aventuras espaciales, de un asunto que requiere observación e investigación. Pues no es solo una región, es, además, como en otra parte Hawking lo indica, un espacio-tiempo de radiación extrema (p. 17); su comportamiento es como la de un cuerpo súper caliente. El problema está en que hay agujeros negros incluso en nuestra galaxia, asunto, si bien inquietante, al mismo tiempo clave para que los científicos se interesen más sobre lo que puede suponer la proximidad de un cuerpo cuasi-invisible, radioactivo, gravitando en cualquier parte del ancho espacio-tiempo del lugar del universo donde habitamos.
La diferencia incluso parece ser más clara entre un tema ficcional y un asunto científico, por más que en la convergencia nazca y se desarrolle la ciencia ficción. Hawking nos dice:
“Los escritores de ciencia ficción realmente se sienten cómodos cuando dicen lo que sucede si uno cae en un agujero negro. Su sugerencia acostumbrada es que, si el agujero negro está girando, se puede ir a través de un pequeño agujero en el espacio-tiempo y salir a otra región del universo. Esto, claramente, plantea grandes posibilidades para los viajes espaciales. De hecho, quisiéramos algo así si queremos ir a otras estrellas, y más aún a otras galaxias; esto podría ser una propuesta práctica en el futuro. Lo contrario, el hecho de que nada puede viajar más rápido que la luz significa que cualquier viaje de ida y vuelta a la estrella más cercana tomaría al menos ocho años. ¡Tanto tiempo para un descanso de fin de semana en Alpha Centauri! De este modo, si uno pudiera atravesar un agujero negro, uno podría volver a emerger en cualquier parte del universo. Sin embargo, puede no estar claro aún cómo elegir el destino: usted podría pasar unas vacaciones en Virgo, pero podría terminar en la Nebulosa del Cangrejo” (p. 104).
Pues bien, la ciencia ficción, como lo señala Hawking lleva a fabular posibilidades, pretende ser más juiciosa con asuntos más mundanos. El escritor de ciencia ficción, más si no es científico haría del encuentro con un agujero negro, el suceso, aunque riesgoso, de llegar a conquistar mundos. Sin embargo, eso es la ciencia ficción: campo de especulaciones que se agarran de la ciencia.
Y, he aquí el otro lado de la moneda, esta vez desde el propio dominio de la ciencia. Hawking señala:
“Lamento decepcionar a los posibles turistas galácticos, pero este escenario no funciona: si usted salta a un agujero negro, será destrozado y aplastado. Sin embargo, hay algo que nos indica que las partículas que componen su cuerpo continuarán en otro universo. No sé si es un gran consuelo para alguien que se convierte en espagueti en un agujero negro, saber que sus partículas aún podrían sobrevivir” (p. 105).
Dicho de otro modo, la mirada científica realista, cavilada, probada, no entiende los agujeros negros como meros dispositivos funcionales a una empresa, sino como campo de mayores estudios, de mayores desarrollos teóricos y respuestas que suponen responsabilidad.
Hawking, pese a demarcar estas diferencias, no se apartó completamente al campo de la ciencia, sino que supo poner un pie en la frontera de la divulgación. En otras palabras, si bien tiene artículos, ponencias y ensayos meramente científicos, los que apelan a lectores y mentes más especializadas, otra parte de su obra usa las estrategias de la divulgación científica, es decir, lecturas abiertas dirigidas a todo lector interesado, redactadas o expresadas en lenguaje más convencional.
Por ello Hawking va más allá de la ciencia experta y se sitúa como alguien que, aunque sepa que la ciencia ficción puede ser especulativa, sus contenidos pueden ser el camino para la explicación de ciertos términos o mundos de ideas hasta para el más lego. Se sabe que la ciencia ficción, sobre todo la ficción científica en su momento –sobre todo en el siglo XIX y comienzos del XX– era el medio de divulgación de la modernidad tecnológica y científica que, además permitió reposicionar sociedades como parte de las revoluciones sociopolíticas nuevas.
El diálogo con la ciencia ficción por parte de Hawking es, por lo tanto, meritorio. En el libro objeto de este ensayo, Black Holes and Baby Universes and Other Essays, Hawking nos demuestra que la ciencia ficción es sugerente y la propia ciencia, en su caso la física cuántica, es aún más excitante. Pero tratar de explicar ideas complejas que no se queden en los especialistas fue también un reto para este científico.
La saga de los Hawking: “George’s Secret Key Hardcover Collection”.
De ahí que Hawking hizo divulgación científica usando las estrategias de la literatura de ciencia ficción. Escribió con su hija Lucy Hawking una especie de saga: George’s Secret Key to the Universe (2007, trad. como La clave secreta del universo; además en este libro hay un tercer coautor en la versión inglesa, Christophe Galfard), George’s Cosmic Treasure Hunt (2009), trad. como El tesoro cósmico), George and the Big Bang (2011, trad. como El origen del universo), George and the Unbreakable Code (2014) y George and the Blue Moon (2016). Son novelas dirigidas al público infantil y juvenil donde el o los protagonistas son adolescentes. En el primer caso, George y su amiga Anne aprovechan del vecino una súper computadora con la cual hacen una especie de viaje interdimensional, viaje que, además, les permite toparse con un agujero negro. En el segundo libro, la misma computadora es empleada para ir tras el mensaje de un alienígena, motivo que sirve para visitar ciertos planetas y sus hábitats. El tercero remite a los experimentos de física con el gran colisionador de hadrones ubicado en Suiza y la posibilidad de recorrer mundos alternos. El cuarto, parece pintar el escenario de un mundo en declive dominado por fuerzas invisibles; esta vez el viaje de George y su amiga es para conocer el orden cósmico que estaría detrás de los desastres que se suceden. El último libro, alude a la exploración de Marte y misiones secretas que se están dando fuera de los programas oficiales.
La serie “Masters of Science Fiction” narrada por S. Hawking.
Como se constata, Stephen Hawking quiso que el pensamiento científico pueda ser socializado con diversidad de públicos. Su hija Lucy, además periodista, le ayudó a traducir al lenguaje literario los afanes divulgativos orientado a niños y adolescentes.
Asimismo, Hawking fue el presentador de los seis capítulos de una popular serie de televisión de ciencia ficción: Masters of Science Fiction (2007). La serie representó los cuentos de John Kessel, Howard Fast, Robert A. Heinlein, Harlan Ellison, Walter Mosley y Robert Sheckley. En cada capítulo Hawking abría la historia con afirmaciones inquietantes y preguntas, y al final trataba de responderlas con otras preguntas, a modo de hipótesis.
Su afición a la ciencia ficción, por lo tanto, no se desvaneció en toda su vida, independientemente de su trabajo científico. En este sentido, se volvió referencial en ciertas obras de ciencia ficción y él mismo participó en proyectos poniendo la voz, apareciendo, aunque sea por minutos, en la pantalla, etc. Es así memorable su aparición en Star Trek en el episodio 26, “The Descent”, en un diálogo interhistórico con científicos como Einstein y Newton. Y fuera de este pensemos referencias suyas en Los Simpsons, Futurama y The Big Bang Theory.
Finalmente diré que Hawking supo del potencial de la ciencia ficción para impulsar la ciencia. En otro ensayo del libro Black Holes and Baby Universes and Other Essays, “Public Attitudes Towards Science”, reconoce que “en la actualidad el público tiene una actitud bastante ambivalente frente a la ciencia. Se ha convencido que puede esperar el aumento de la calidad de vida gracias a los nuevos desarrollos de la ciencia y la tecnología, pero también ha llegado a desconfiar en la ciencia porque sencillamente no la entiende” (p. 26). Habría, por lo tanto, una disrupción que en cierta medida es el tema que trata de dilucidar en tono más bien promisorio, series de televisión de divulgación científica –él piensa en la ya mítica Cosmos de Carl Sagan– y, en otro caso, la propia ciencia ficción, independientemente si esta muestra mundos extraños y fantásticos o distopías. Claro está que Hawking prefiere a la ciencia ficción que ayude a solucionar la disrupción. (IRM)