La historia que nos enseñaron. El siglo XIX. El mono que fabula en su máxima extensión. Ya no había Rey. No había Dios tampoco. Y había que inventar legitimidades. Y con ellas, tradiciones que las soportaran. La historia que nos enseñaron es casi toda un invento del siglo XIX. También yo fabulo, no se crea que no, desocupado lector. Y también en la mi tierra. Como hizo a mediados de ese siglo inventado Manuel Osuna Saviñón. Un liberal que en 1844 inventó el nombre de Tamarán para la isla canaria, igual que inventó que Juan de Bethancurt añadió el título de grande a Canaria en una batalla librada en Arguineguín en 1405. Según su inventor, Tamarán significaría país
de valientes en el lenguaje de los aborígenes y el topónimo fue aceptado por todos.
Es más que posible que Osuna también se inventara una supuesta expedición en el año 999 de un legendario caudillo Ibn Farroukh al archipiélago, del que decía había tenido noticia a través de unos supuestos manuscritos de un supuesto historiador cordobés, un tal Ibn-el-Quothia encontrados en una supuesta biblioteca de París por un supuesto orientalista francés. Solo los vio él, porque nadie más los encontró nunca.
Esa visión romántica del mundo aborigen, tan del XIX, acabó calando. El propio término Tamarán, inventado por él, tuvo cierto éxito y hoy todos han aceptado que perteneció a la lengua aborigen de los canarios y se incluye hoy en día en las relaciones de palabras indígenas que se conservan.
Increíble pero cierto.
No se pierdan por lo tanto el artículo de Rubén Naranjo Rodríguez que he devorado para la ocasión: "Tamarán, el falso nombre de una isla llamada Canaria" y del que he obtenido esta información. Puede consultarse de manera legal en formato pdf aquí.