Aunque parezaca increíble, hay quien cree ver un caballo con cabeza de conejo
y cuerpo de conejo.
El poder de sugestión de los impostores populistas debe resultar irresistible para muchos en ciertas circunstancias, pues aquellos siempre encuentran masas que les escuchen con devoción y con una total disposición a creer en sus palabras por muy disparatadas que sean. Los argentinos confiaron en que la solución a todo consistía en montar en “un caballo con cabeza de Perón y cuerpo de Perón”, y pasadas décadas, siguen tratando de galopar a lomos de conejos, con resultados lógicos y naturales. El problema es que los abundantes ejemplos sudamericanos se están extendiendo, hasta el punto de que en la vieja Europa, en Grecia, gran parte de su población ya ha digerido la idea: “unos políticos capaces y honestos con cabeza de charlatanes y cuerpo de charlatanes”; así, los recién llegados con el bálsamo de fierabrás acusan de todos sus males a los de fuera, cuando lo cierto es que en la histórica Hellas había personas de 60 años cobrando pensión de orfandad y hospitales públicos con cinco jardineros y sin jardín…, por ello no es de extrañar no quieran ver la viga en el ojo propio.
Los buhoneros han instalado su feria también en España. De este modo, los recién llegados a la política tratan de atraer al personal con las típicas arengas del feriante timador modernizado, cuya barraca se ha transformado en televisión: “Un Ghandi con cabeza de Iglesias y cuerpo de Iglesias”, o “unos genios de la política con cabeza de sectarios y cuerpo de sectarios”. Como era de esperar, no ha faltado gente ansiosa de creer. Y no le ha importado a esa gente que los mesías que van a salvar al país empiecen a estar manchados por asuntos dinerarios (y eso que aun no han tenido acceso a fondos públicos), ni que hayan negado la libertad de expresión a discrepantes (boicotearon e impidieron que políticos rivales dieran una charla en “su” universidad), ni que demuestren su fanatismo ciego viendo mensajes reaccionarios en pelis como ‘El rey león’ o ‘Peter Pan’ (el garfio del Capitán Idem, afirman, es un símbolo peyorativo de la hoz comunista…, y eso que el libro con tal personaje es anterior a la Revolución Rusa); nada de eso hace mella en el dogma de fe que los mesías de la política española han conseguido implantar en gran parte de la población (a la hora de la verdad la cosa no será tanto como anuncian las embaucadoras encuestas). En fin, si un animal tiene cabeza de conejo y cuerpo de conejo no podrá ser otra cosa. Del mismo modo, un político es un político, y no hay nada que se parezca más a uno que otro, independientemente de creencias, partidos y proclamas; todos, sin mirar siglas o nombres, recurrirán a las mismas tretas, trucos y manipulaciones, tal y como se está demostrando con los bisoños que van a arreglarlo todo con ‘la purga de Benito’. ¿Que pillan a uno de los suyos con pasta dudosa?, todos sin excepción reaccionan del mismo modo: “es mentira, yo no sabía nada, es un ataque a nuestro partido, etc”. Por poner un símil cotidiano, los políticos son como los futbolistas, ¿acaso un defensa no agarrará, empujará o trabará al delantero si el árbitro no mira?, pues los profesionales de la política harán igual. Lo verdaderamente inusitado es que, pase lo que pase, hay verdaderas multitudes dispuestas a creer a pies juntillas todo lo que diga su redentor…, aunque tenga cabeza de político y cuerpo de político.
CARLOS DEL RIEGO