En la sección de Opinión de El Correo del 30 de Mayo leí:
“A raíz de las concentraciones en diversas plazas del Estado español comentaba el economista y escritor José Luis Sampedro que no estamos educados para pensar. Hacía mucho hincapié en que hoy la opinión pública es mediática y moldeada a imagen de lo que le interesa al poder económico. «Se fomenta el bipartidismo, no hay cauces suficientes de participación, a la izquierda no la representa el Partido Socialista, y la crisis de valores es tal que se sustituyen valores por intereses».
Detectada la enfermedad, ¿cómo se cura? ¿Con asambleas en las plazas? ¿Con manifiestos del tipo 'Yo acuso'? ¿Con una verdadera separación de poderes? ¿Con listas abiertas? ¿Apelando al gendarme necesario? ¿Echando la culpa de todo a los partidos para tratar luego de sustituirlos por un sistema asambleario callejero?
No es fácil dar respuesta a esto, pero sí es conveniente tener algunas ideas claras. Por ejemplo, esa petición de listas abiertas para elegir a los representantes en los parlamentos. Esa posibilidad ya existe a la hora de elegir a las senadoras y senadores. Usted en las tres casillas puede poner la X en la candidatura que quiera. Pero ¿se hace? En muy pocos casos. Quizás por comodidad, quizás por desconocimiento, quizás porque no se valore al Senado; por lo que sea. Pero la posibilidad de listas abiertas existe ya. Que no se use o se use mal es otra cosa.”
Los párrafos anteriores están sacados del artículo de Iñaki Anasagasti “Ojalá la política aburrida fuera noticia” en la sección de Opinión de El Correo del 30 de Mayo. El artículo lo había empezado diciendo, “A las sociedades democráticas las vertebran los partidos políticos”.
Pues lo que han querido decir los que llenan las plazas de España es que los partidos políticos no solo se limitan a vertebrar a las sociedades democráticas, sino que monopolizan la democracia y se olvidan del pueblo. Aunque esto no pasa en todas las sociedades democráticas. Que las hay también más participativas.
El señor Anasagasti debería alegrarse de que haya personas que han votado para el senado en unas listas abiertas a personas y no cerradas de partidos, aunque hayan sido pocos (el senador no da números), en lugar de esconderse en este argumento para que no se extiendan las listas abiertas al congreso de diputados, a las autonómicas, a las forales, a las municipales. Dar a entender que por esto la gente no está a favor de listas abiertas es aventurado. Quizás a mucha gente no les han convencido muchos de los candidatos para el senado, porque los candidatos eran desconocidos para el público o porque estaban eclipsados por los cabezas de listas en los folletos. Hay un vocabulario sobre la esfera política actual con palabras como “lobbies”, “barones”… Pero apenas se oye por parte de los políticos las palabras “participación ciudadana”.
Dice el senador sobre la oportunidad de tener también listas abiertas para el Congreso, “Es una posibilidad, pero también en una cámara se busca una cierta homogeneidad para poder trabajar. Los diputados y senadores no solo representan territorios sino, tras ser elegidos, han de formar parte de comisiones específicas. No todo el mundo tiene elementos de juicio en todo a la hora de tomar decisiones sobre leyes que afectan a toda la sociedad y un mínimo de coherencia y de sapiencia se impone. Un parlamento no es una heladería de tutifruti. Es algo mucho más serio.” ¿Hay que entender de estas frases que los partidos meten en sus listas a personas que no tienen elementos de juicio… ni un mínimo de coherencia a la hora de tomar decisiones y de sapiencia? Claro, en este caso sería mejor no tener listas abiertas. ¿Habrá sido el caso por el que pocos han votado a personas en las listas del senado? Y espero que los heladeros no se sientan ofendidos, porque los hay muy buenos. Y puede que sean más serios que algunos políticos. A veces cuando hablan políticos tenemos la impresión de estar a la barra de un bar y que alguno ha tomado un chiquito demás.
Sin embarga el señor Anasagasti admite que existe la enfermedad. Y tiene razón que esta no se cura con asambleas en las plazas, con manifiestos del tipo 'Yo acuso', con una verdadera separación de poderes (¿?), con listas abiertas (¿?), apelando al gendarme necesario (!!!!), echando la culpa de todo a los partidos para tratar luego de sustituirlos por un sistema asambleario callejero. Pero exagera para forzar su opinión. No ha entendido que las asambleas solo son reivindicativas y no son sustitutivas. Aunque ya están preparando propuestas para pasárselas a los políticos, que ya veremos lo que hacen con ellas.
No parece haber reflexionado mucho sobre las palabras de José Luis Sampedro, el señor Anasagasti. ¿Será que no quiere que las cosas cambien? No será inercia política. ¿Tendrá miedo de que terminara la situación confortable de los políticos? ¿Qué la interpelación del pueblo pueda ser más difícil de contestar que la de la oposición del contrario político?
También dice cosas como “siempre se dice que una democracia seria es una democracia aburrida”. Será por esto que algunas de “sus señorías” no pueden retener el sueño en el hemiciclo. Por lo menos los que asistan a la sesión, que muchas veces son una minoría. ¿Estarán en sus despachos trabajando duro para conseguir que las sesiones no sean aburridas?
También hace reproches a los medios de comunicación. En algunos aspectos con razón. Sobre todo cuando le sirve a su argumento. No cuando dedican páginas a las protestas de la gente. Solo los políticos deben salir en la foto, naturalmente. Eso sí que es importante para un político. Esto es lo que algunos llaman “carisma político”. Hay que ser un poco charlatán para ser un “buen” político.
El señor Anasagasti ha oído algún joven decir, «No nos interesa la política, lo nuestro son los problemas de la gente». Y dice el senador que “a este chaval nadie le ha debido de decir que si algo es la política es ocuparse de los problemas de la gente”. ¿Ocuparse de los problemas de la gente sin escuchar a la gente? ¿No es justamente lo que reprochan a los políticos los que se manifiestan en las plazas?
Poca estima le tiene a las capacidades y la sabiduría del pueblo, el señor Anasagasti, cuando empezó su artículo diciendo, “Mala cosa es una sociedad del espectáculo, trituradora de personas, de situaciones, y necesitada todos los días de cambiar el guión de la película”. Contra una sociedad trituradora sí se necesitaría “apelar al gendarme necesario” del señor Anasagasti. Pero yo no veo a una sociedad así. Hasta ahora se veía más bien a una sociedad muda, amorfa o pasota. Pero parece que se está por fin despertando. Hay gente muy sabia que ha comprendido la voz de esta sociedad, como José Luis Sampedro, Federico Mayor Zaragoza, o José Ignacio Calleja. Los políticos harían bien en escuchar su voz y reflexionar con autocrítica, en lugar de defenderse con argumentos baratos para proteger su cómodo estatus.