Demasiadas personas siguen huyendo cada día en busca de acogida, de un lugar en el que poder vivir en paz y dignidad.
Hay que actuar, no solo conmoverse ante la injusticia.
Todos tenemos mucho que hacer.
El dolor ajeno es mediático pero somos incapaces de actuar en consecuencia. El dolor ajeno en realidad no es ajeno, es propio, es el dolor de un hermano como tú y yo.
Son personas como tú y como yo.
Mientras ellos me acogen con los brazos abiertos allí donde voy como uno más de su famila, siento vergüenza ajena de mi país natal que los expulsa día tras día sin piedad.
Somos todos hermanos y hermanas.
Por un mundo en el que todos nos podamos llamar hermanos, sin importar procedencia ni clase, todos con la misma dignidad y derechos por el ser personas humanas
Hagamos juntos esta llamada al Amor, a la acogida!
Adiós de una vez a este mundo gobernado por el egoísmo, por el clasismo.
Por un mundo en el que todos seamos herman@s