Al rebufo de la entrevista a Carlos González en el Diari de Terrassa, que comenté hace dos días, y de la catarata de comentario aparecido voy a comentar algún punto más. En ella se da entender que los métodos conductistas "son malos". Siempre procuro huir de las calificaciones y etiquetas que plantean una disyuntiva de bondad o maldad (esto es bueno o esto es malo) porque todo es bueno y malo según el sentido común y la intencionalidad. En la entrevista, con todas las limitaciones de la brevedad, se pasa de refilón sobre una cuestión candente: ¿hay hay que dejar llorar al bebé? En una de la preguntas que le hacen responde. Un padre debe preguntarse "¿quiero dejar llorar a mi hijo?". Mi respuesta es "no" porque yo no dejaría llorar ni a mi hijo ni a mi esposa, ni a mi padre, ni a mis hermanas... yo no dejaría llorar a nadie, ni a mis enemigos. Gran parte del pensamiento de Carlos González está fundamentado en los otro pediatra, el Dr. Benjamin Spock, que revolucionó el cuidado del bebé y el niño con uno de los libros más vendidos de la historia. «El libro del sentido del común del cuidado de bebés y niños» publicado en 1969. Sus ideas acerca del cuidado infantil permitieron a varias generaciones de padres ser más flexibles y afectuosos con sus hijos, y tratarlos como individuos, en un contexto en que la sabiduría tradicional propugnaba el uso de la disciplina. Estoy totalmente de acuerdo con él pero, esta esta afirmación hay que matizarla porque, según en que situaciones no dejar llorar al niño puede conducir a ninos con trastornos físicos -luego me explico- o al insoportable niño mimado.
En los adultos llanto significa dolor, sufrimiento aunque, en ocasiones, las emociones las expreamo llorando de alegría.Desgraciadamente las menos. muchas veces el llanto de alegría es como explosión despues de una gran tensión vivida (buena o mala), no hay más que ver a los atletas cómo lloran tras un éxito conseguido con un gran esfuerzo -la emoción y alegría hacen llorar-; es un llanto bueno.
En el recién nacido siempre que llora "no sufre" creencia habitual de muchos padres de hoy en día. El llanto de un bebé puede ser debido a muchos motivos y no por dolor. Este "miedo" a que el bebé llore está llevando a muchos padres a tener que pagar unos tratamientos astronómicos por un problema cada vez más habitual: la plagiocefalia. Los bebés adoptan posturas cómodas y que le permitan estar en contacto visual permanente con su madre o cuidador. Si no se le cambia de posición, la cabeza se va deformando de tal manera que puede requerir una ortesis. La prevención de la plagiocefalia es muy sencilla pero se está convirtiendo en una epidemia silenciosa y costosa para los padres. Para evitarla no hay más que cambiar la postura de la cabeza del niño de un lado a otro, ponerle un cojín especial mientras duerme o ponerlo boca abajo mientras esta despierto. ¡Ah! aquí viene el drama, al bebé no se le acostumbra un poco estar boca abajo rechaza esta posición y llora - como "sufre" y los padres no pueden "verlo sufrir" lo vuelven a poner boca arriba y girará su cabeza hacia el lado más cómodo para él.