Revista Psicología

Hay que enseñar a cuidar las cosas

Por Paulo Mesa @paucemeher
Hay que enseñar a cuidar las cosas

Hace poco escuchaba a una persona cercana que me decía que sus "niños a veces son dañinos y es mejor no tener determinadas cosas...". He de reconocer que en ese momento su respuesta despertó en mí una oleada de pensamientos relacionadas con creencias profundas que tengo frente a este asunto del respeto y el cuidado de las cosas. Esto fue lo que en principio le respondí:

Le dije que "ser dañino" no tiene por qué ser una condición. Sus palabras, que en sí son su declaración, encierran varios tintes un tanto peligrosos: asume que es natural y cotidiano que sus hijos "sean dañinos", cree que su tendencia a dañar es parte de lo que ellos estructuralmente "son como niños" (resignación) y que al final no puede tener nada de valor en su casa porque terminará dañado. Se rindió ante la posibilidad de poner límites y quizás inconscientemente admite que cualquier cosa que tenga terminará destruida.

Le propuse que pensara en una consecuencia para ellos por el daño que habían hecho. Este quizás fue otro punto nuevo para ella porque ni siquiera estimaba que hubiera algún tipo de balance de consecuencias. Atención: en ninguna parte estamos hablando de "castigo", hablamos de consecuencia. Tan normal se le ha hecho el asunto de que "dañen" cosas que ya le parece esperable que lo hagan, es más, pareciera que se entregó al hecho de que en algún momento [inexorablemente] dañen algo.

En tanto consecuencias, le propuse que los retara a repararlo (se trataba de un mueble), no importa que no lo lograran o que lo hicieran mal, pero que tuvieran que pensar en cómo reparar algo; cuando te vuelves consciente de los "costos de restablecimiento" de una cosa la cuidas más, le das más valor y la proteges.

Le planteé que cuando descuidamos las cosas, no nos damos "espacio de merecimiento" para tener cosas buenas. Cuando actuamos con permanente descuido, nos enseñamos a vivir entre basura, porque todo lo que tenemos se destruye y se vuelve inservible (es un sencillo y evidente principio de la dinámica de sistemas -entropía-).

Cuando actuamos así, la estética abandona la vida, nos empieza a parecer normal lo feo, sucio y desagradable. Es una condición que en sí misma se retroalimenta y se profundiza, es decir, la suciedad y la destrucción trae más de lo mismo a menos que haya una destrucción-total-final. Pero bueno, sigamos más terrenales y menos cosmológicos...

Le dije que cuando actuamos con descuido frente a las cosas también nos acostumbramos a poseer objetos mediocres. Si actuamos movidos por la presunción de que algo en algún momento inevitablemente alguien lo va a dañar o nosotros mismos lo dañaremos (ya sea por acción u omisión), actuamos con un principio de la psicología conductual que se llama "desesperanza o desamparo aprendido", o lo que es lo mismo, dejamos de hacer cualquier esfuerzo en pos de la recompensa porque sabemos que esta no llegará. Dicho en otras palabras, ni nos esforzamos por tener nada bueno porque asumimos la predestinación a su inevitable pérdida prematura.

Le dije que si los niños dañan y no ven consecuencias en ello (repito, no tiene necesariamente nada que ver con castigos), les parecerá normal hacerlo, no percibirán ningún efecto y por ende no tendrán un medio de contraste para comprender el valor del cuidado. Adicional a esto, no solo será normal el descuido con sus cosas, sino con las cosas de los demás: ¿Si no cuido lo propio por qué tengo que cuidar lo ajeno?

Finalmente le dejé planteada esta pregunta: ¿Le darías (o prestarías) algo a alguien que sabes que pronto lo destruirá? Calcula de ahí para adelante...

Cuidar es un tema mayor, así suene sutil y cotidiano, en especial en estos tiempos donde la destrucción al servicio de la avaricia es aplaudida y extendida.

😐


Volver a la Portada de Logo Paperblog