Revista Coaching

¿Hay que estar muerto para ser superior…?

Por Antonio J. Alonso Sampedro @AntonioJAlonso

Don Giovanni

Cada primero de Noviembre, en el Día de Difuntos (Halloween nunca será para mí su denominación), tengo por costumbre escuchar el Don Giovanni (1.787) de Mozart para celebrar su excelsa música y que yo estoy vivo mientras que el burlador no. ¿Quién de los dos es superior…?.

El libreto de Lorenzo Da Ponte presenta la paradoja de la muerte en forma de misteriosa transmutación hacia lo superior. Al comienzo de la obra, Don Giovanni, experto espadachín y gran conquistador, da muerte fácil en duelo a Don Pedro (El Comendador). Al final, es Don Pedro (ahora El Convidado de Piedra) quien venido del más allá para cenar forcejea con Don Giovanni y logra fácilmente vencerlo arrastrándolo en vida hacia la muerte, su destino peor.

Yo no sé muy bien por qué razón cada vivo cuando muere adquiere poderes de superhéroe convirtiéndose en un ser superior. Quizás porque, de no ser así, el argumentario de toda la literatura y cinematografía universal de terror no tendría sentido al presentar a los fantasmas huyendo cobardemente de los vivientes, como almas que lleva el diablo, presas de su temor. Pero más en serio, es muy posible que el influjo de nuestra cultura judeocristiana basada en la eterna promesa de otra vida mejor nos lleve a asociar eso con llegar a ser superior. Por supuesto que esta reflexión es una pura entelequia, pues ningún muerto ha vuelto nunca para contarnos de todo esto su impresión.

Para mí el concepto vital de ser superior es el de quien es capaz de afrontar y resolver cotidianamente la difícil problemática que la existencia le presenta ajeno a la frustración, el desanimo y mucho menos a la resignación. Quienes de esta manera en su vida actúan son capaces de hacérsela a sí mismos y a los demás mucho mejor. Ser superior pasa por ser un luchador en este mundo nuestro implacable y retador, posiblemente muy distinto al limbo que habitan las ánimas en caso de que estas todavía tengan ánimos de superación.

Desconozco si cuando fallezca me convertiré en un ser superior y este puro desconocimiento, unido al de una indemostrable existencia posterior, me invita a no dejar para luego lo que creo que debo hacer hoy. Si de algo estoy seguro es de que ahora y hasta que me muera sigo siendo yo y el tiempo que me reste lo quiero emplear en ser mejor, en ser cada día por mí mismo un poco superior.

Por ello me embarco en proyectos como Marathon-15%, que me hagan sentir el paso acelerado de la sangre por mis venas en una suerte de coronaria reivindicación de que la vida es para escalarla en lugar de esperarla pacientemente y sin ilusión. Sí, en momentos como los de hoy me siento ser superior al plantarle cara a un complicadísimo reto que seguro me enseñará a resolver mejor los siguientes con denuedo y buena aplicación, pues yo no acepto bien estar sin propósitos ni ocupación.

Estar vivo nos ofrece a cada cual la oportunidad de ser superior pues el concepto no lo es frente a los demás sino aplicado a uno mismo, el verdadero destinatario de ese compromiso personal con su superación. Estoy convencido de que esto nunca lo entenderían los muertos y menos todavía un convidado de piedra a la vida llamado El Comendador…

Saludos de Antonio J. Alonso


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