Hay que matar al siglo XX

El siglo XX se muere a marcha forzadas y no hemos hecho todavía nada por comenzar el siglo XXI. Los que tienen secuestrado el poder se anclan en usos arcaicos que sólo nos llevan a la decadencia y la destrucción, faltos de toda imaginación sólo tratan de perpetuarse atacando tiránicamente al pueblo que se revela en contra de sus tropelías.

Las protestas pacíficas no sirven de nada y el engaño de la democracia nos encadena a la costumbre de aceptar, que cada día viviremos un poco peor y que nuestros hijos serán ciudadanos libres cuyo único derecho será decir “sí amo” a los caciques que les someterán de por vida.

Nos inoculan el miedo a la revolución contra el poder, porque eso implicaría penurias, hambrunas, enfermedades. Lo cierto es que sólo adelantaría lo que en realidad nos espera. Por otro lado ¿cuándo los más humildes han conseguido algo sin sufrimiento? Jamás. Todas las conquistas que habíamos logrado, a base de pelear, luchar, llorar sangre y perder vidas, se han ido por el desagüe de los recortes ¿Qué libertad puede tener un pájaro cuando se le recortan las alas?

El siglo XX es un lastre, una fiesta loca de verano cuya resaca amenaza con acabar con todos nosotros. Occidente se ha pegado una juerga enorme en el siglo XX, y es hora de hacer las cosas con sentido común y no con dinero común.

El capitalismos ha muerto, el comunismo agoniza, los movimientos radicales suenan a chiste, las religiones son meros instrumentos de control de masas, sólo el miedo de los dirigentes a perder su trono hace que el terrorismo infunda respeto.

El ideal social debe volver a centrarse en el ser humano y no en las herramientas que crearon para aspirar a tener una vida mejor.

El dinero, los regímenes políticos, las corporaciones, los casinos tipo WallSreet son sólo las cuevas en los que descendientes de Alí Babá se refugian. El único mérito para acceder a las esferas del poder y medrar robando, es ser amigo de alguien y estar dispuesto a tragar todo el detritus que haga falta. Lo que sea en favor de la familia, el grupo, la empresa, o el ente perverso que paga las facturas.

Mientras, los honrados, los trabajadores, los que se esfuerzan, los que son capaces de usar el cerebro, son utilizados como los cimientos que sujetan en la hedionda cúpula del poder. Pisados, ninguneados y escupidos desde las alturas.

Cuanto más se prolongue la agonía del siglo XX que nos asfixia, peor. Yo propongo ejecutarlo de un tiro no quiero que sufra, pero tampoco quiero que me haga sufrir a mí. Muérete siglo XX y déjanos vivir.

keagustitomekedao