-“Niego la mayor”-decían unos a otros los contrincantes en las discusiones filosóficas.
Y querían decir que negaban la premisa fundamental del razonamiento del otro, o de los otros, la base principal de su silogismo.
Toda esta gentuza que habla de nuestra situación política cae en la trampa saducea de referirse para atacar a los que gobiernan a la canallesca Constitución, que no fue ni siquiera pactada por 4 señoritos caciques sino impuesta por el Ejercito franquista y diseñada por el tío más fascista-"la calle es mía"-que ha parido madre.
Porque no es ya que el único comunista que por allí pasaba fuera el inocentísimo Jordi Solé Tura, que no era ni más ni menos que catedrático de universidad, casta elitista donde los haya-yo tengo 2 hijos que disfrutan de esa misma ocupación-y que eran aún más progresistas que yo hasta que ahora, coño, cuando han comenzado a tocarles los huevos, quiero decir el sueldo, se han convertido en auténticos rácanos que protestan airadamente porque a los pensionistas no nos recortan fuertemente las pensiones.
Mis hijos no son unos canallas y no sólo porque, como hijos míos, no pueden serlo, porque mi esperma era mi esperma y las leyes de la herencia están ahí, sino porque los he educado, formado, mejor, yo, día a día y hora a hora, y lo que han visto en mi casa y en mi trabajo es una lucha a muerte por la igualdad de todos los seres humanos, sí, es verdad que, luego, operó ese instinto de contradicción de los hijos frente a los padres, pero continuaban siendo como esa semilla que algún día, espero, haga fructificar justamente esta mierda de mundo que es la Tierra.
Pero, qué jodida esta tendencia mía a irme continuamente por las ramas, iba diciendo que tenemos que negar, con todas nuestras fuerzas, la mayor, la canallesca Constitución, porque fue encargada, proyectada, auspiciada por esos hombres imposibles que son los militares, militares golpistas, donde los haya, que no han hecho otra cosa en su vida que estudiar, adorar, soñar con algún día volver dar, como sea, un golpe de Estado, militar, por supuesto, porque está en la esencia de su vida, de su puñetera formación, en las Academias militares sólo se les enseña a matar de la mejor, quiero decir, peor, de las maneras posibles, con la mayor seguridad para ellos,es decir, con la total impunidad, coño, ¿cómo van a pretender otra cosa si es el sueño de sus vidas?
De modo que íbamos diciendo que el único tío medio decente que había en aquella panda de fascistas era Jordi Solé Tura y que éste era ni más ni menos que profesor de universidad y que un profesor de una universidad española, en las que se ingresa por una rigurosa cooptación no puede ser de izquierdas por mucho que se lo proponga porque no se puede ser de izquierda, a la vez que un jodido elitista.
Uno de mis profesores universitarios, Tierno Galván, no lo era, no era elitista, yo no he visto nunca otro tío tan humano, y por eso, precisamente por eso lo echaron de la universidad, a patadas, una serie de tíos como su rector que iba a clase con la camisa azul, el yugo y las flechas que, para estos jodidos jóvenes de ahora que no lo sepan, era el uniforme ideal de Falange Española Tradicionalista y de las JONS y esto de las JONS quiere decir Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas, el único partido recreado y patrocinado por Franco y que duró, no ya como hegemónico sino como único, aquellos ominosos 40 años de piedra sino también durante el comienzo de lo que ha dado en llamarse transición que no es sino una inmensa mentira que quiere decir traición.
No sé si conseguiré regresar desde los cerros de Ubeda, si lo hago, tal vez diga que, en su frenético intento para que todo, en el fondo, siguiera igual, Adolfó Suárez admitió otros partidos políticos además de este sangriento espécimen, el caso es que en la comisión constituida para la redacción del engendro, casi todos debajo de la camisa corriente llevaban aquella azul con el yugo y las flechas, incluso los que se proclamaban socialdemócratas, coño, que lo eran a una manera muy parecida a los nacionalsocialistas hitlerianos.
Y Fraga que, además, los acojonaba a todos entre otras cosas porque en todo momento pensaban que podía dar una patada a la mesa, derribarla y gritar otra vez estentóreamente "pero, coño, ¿como queréis que os diga que la calle es mía, coño, es que no lo entendéis berzotas?, estamos aquí para hacer un trampantojo que se parezca como un huevo a otro a una constitución, pero que, en realidad, sea completamente distinto a ellas, porque lo que yo quiero, lo que a mi me han encargado, es todo lo contrario, un engendro en el que un par de partidos que, en realidad, serán el mismo pero dividido en 2 mitades homogéneas, hagan el paripé de que se turnan en un poder que no se moverá un milímetro de donde ahora está, ¿comprendéis?, coño, pues hala, ahora, a trabajar.
Y trabajaron. Y ahora los directos herederos de Franco, no, perdón, los mismos tíos de Franco, o, por lo menos, sus hijos, desde la esencia misma de dicha Constitución, les gritan salvaje y canallescamente a los que están a punto de sucicidarse o morirse de hambre, que es exactamente lo mismo, "que se jodan, coño, que se jodan".
De modo que esta es la Constitución que aquellos asquerosos 7 tipos chamullaron. La Biblia por la que nos regimos. El mandato de Franco absolutamente inmutable, al que se agarran, como posesos, todos esos canallescos tipos que se han ido sucediendo en la jefatura del gobierno.
¿Qué porvenir tiene, por tanto, un pueblo así, que todo lo que hace lo inicia jurando sobre esas nuevas Tablas de la Ley divina que, para los españoles, es un engendro de un tipo que además de perverso, nepotista y venal estaba loco como una cabra, adónde quieren ustedes que vaya un país así, adónde, coño, adónde?