Publicado en Público.es el 1 de enero de 2015
Como he comentado en otro artículo (¿Salimos de la crisis?) en los próximos meses se registrará una mejora de la actividad económica, aunque muy moderada y desigual, como consecuencia del aumento del gasto propio de un año electoral y de la bajada de los precios del petróleo.
Pues bien, ha bastado que se intuya esa mejoría para que el Banco de España, sin perder un minuto, ya anuncie a bombo y platillo que los salarios no pueden subir afirmando, como siempre, que si lo hacen se perderá la expectativa de recuperación económica.
Una vez más, el Banco de España actúa de parte, es decir, haciendo afirmaciones sin fundamento científico ninguno pero que llevan a que las medidas de política económica que se puedan tomar sean en beneficio de los propietarios de capital y de los bancos y en contra de los asalariados. Algo que de ninguna manera se puede afirmar que sea inevitable que ocurra para que haya recuperación económica.Lo que pide el Banco de España no tiene base científica porque diversos estudios han demostrado claramente que la caída de los salarios no mejora la actividad y el empleo en economías como la española sino que, por el contrario, los empeora (una magnífica y clara exposición de este tema se puede encontrar en el artículo de Nacho Alvarez La recuperación económica impulsada por los salarios: una alternativa a la deflación).
Puede decirse que la economía tiene dos principales motores originarios, los beneficios y los salarios. Los beneficios impulsan la inversión empresarial y ésta la demanda global, generando así crecimiento económico, es decir, más actividad y empleo (dejando ahora de lado las importantes implicaciones que tiene el tipo de crecimiento y de actividad que se genere). Los salarios, por su parte, tienen un efecto que puede ser contradictorio: si bajan, aumenta el beneficio empresarial y eso puede crear -como acabo de decir- más inversión y más actividad y empleo. Pero también puede ocurrir que al bajar los salarios se reduzca el consumo y, por tanto, las ventas y el beneficio empresarial. En consecuencia, no se sabe de antemano qué efecto final tendrá una bajada de los salarios, si predominará el que produce más inversión, actividad y empleo o el que provoca lo contrario. El resultado depende de la naturaleza de cada economía y de su entorno.
Como señala Nacho Alvarez en el artículo citado, la mayoría de los estudios empíricos que se han hecho en los últimos años demuestran que lo que ocurre en las economías europeas y concretamente en la española es que el efecto negativo de la moderación o caída en los salarios (por la reducción en el consumo) es superior al positivo (desde el punto de vista de generar actividad) que podría tener el correspondiente aumento en los beneficios.
Se podría argumentar que España tuvo relativamente altos niveles de actividad y empleo antes de la crisis gracias a que los salarios se mantuvieron moderados o cayeron y que por eso el Banco de España acierta en su propuesta. Pero no es así por una razón evidente. Nuestro crecimiento solo fue posible en esas condiciones de moderación salarial a costa de un endeudamiento desorbitado que hizo saltar el modelo y que suframos la crisis en mucha mayor medida que otros países con mejor distribución de la renta.
Solo si tuviésemos un sector exportador muy fuerte podríamos registrar más actividad y empleo con salarios bajos (aunque eso no evitaría, lógicamente, que los beneficios de ese mayor crecimiento estuvieran muy injustamente repartidos). Pero como no tenemos esa capacidad exportadora, ni la vamos a tener a corto ni a medio plazo, la única manera de generar crecimiento a base de salarios moderados, como pide el Banco de España, es generando todavía más deuda (que es “casualmente” el negocio de la banca).
Por tanto, bajar salarios es la peor estrategia que podemos utilizar para reactivar la economía y crear más empleo. Lo que propone el Banco de España es un argumento puramente ideológico para conseguir que la distribución de la renta siga siendo favorable a los beneficios y al negocio bancario, aunque así se perjudique no solo a la recuperación sino al conjunto de la economía española.
Si viviésemos en una auténtica democracia ya se habría constituido una comisión de investigación plural y completamente independiente para depurar las responsabilidades que viene acumulando esta institución privilegiada: se “equivocó” en el diagnóstico de la situación antes de la crisis; actuó con pasividad y dejación cuando los bancos y cajas de ahorros cometían auténticas barbaridades para que se enriquecieran sin límite; ha gestionado las reservas españolas con total incompetencia (o mala fe) provocando la pérdida de miles de millones de euros; falla constantemente en sus predicciones, siendo, junto al Gobierno de España, la institución que más se equivoca; sus directivos ni siquiera disimulan para quiénes trabajan cuando al terminar sus mandatos entran en nómina de los bancos privados; y sus procesos de selección y política de personal son ideologizados, sectarios y por ello contrarios a los principios constitucionales de igualdad, capacidad y mérito.
Alguien tiene que ser responsable de tanto desatino, por calificarlo generosamente. Hay que investigar al Banco de España y exigir responsabilidades porque lo que está claro es que sus errores, su fundamentalismo ideológico y sus privilegios no nos salen gratis a la inmensa mayoría de los españoles. Todo lo contrario, no están costando muy caro.