Algunas personas piensan que hacer esto es acostumbrarles a recibir recompensas por comportamientos naturales. Algunos incluso lo relacionan con el condicionamiento clásico de los perros de Pavlov, diciendo que los críos pueden asociar los besos y los abrazos con la recompensa. Quizás porque solo daríamos besos a nuestros hijos cuando hacen lo que queremos. ¿Somos malos padres aquellos que educamos recompensando con besos y elogios?
Los premios y los castigos, lo crean o no, no son necesarios en la educación de los hijos.De este modo empieza una entrevista el conocido pediatra Carlos González. Y continúa:
Es más, no solo no son necesarios sino que son absolutamente contraproducentes.Y se queda tan tranquilo.
Absolutamente de acuerdo que los castigos son contraproducentes, absolutamente de acuerdo que no sirven más que para generar mal ambiente y miedo. Pero señor González, premiar con un elogio ... ¿es contraproducente? ¿Decirle a tu hijo de 2 años que bien lo ha hecho después de guardar sus juguetes es contraproducente? ¿Me puede explicar que daño se le hace a un niño de 3 años cuando se le elogia por jugar tranquilo con su hermano?
¿A usted no le gusta que de vez en cuando le den las gracias y un beso por algo que ha hecho?
No es mi estilo criticar a otros profesionales, los que me seguís habitualmente lo sabéis, pero hay cosas que claman al cielo y ... sinceramente, creo que hay que ponerles un punto de cordura. Los pediatras entienden de enfermedades de los niños, catarros, otitis, y claro de muchas otras cosas más, comportamiento infantil ... también, ¿psicología infantil? probablemente .
Sí, soy de las que piensa que los elogios son los mejores premios que podemos ofrecerles a nuestros hijos, ya escribí sobre ellos en El poder de elogiar. En otro artículo sobre recompensas inmateriales titulado "Disciplina: recompensas inmateriales para premiar la buena conducta de nuestros hijos."
En cuanto a los premios materiales, a veces son oportunos, pero no estamos hablando de dinero o de regalos, también pueden ser: "Lo has hecho tan bien que te prepararé tu merienda preferida", o «como cada día lo haces mejor, hoy vamos a hacer algo especial».
Evidentemente, los premios sean materiales o inmateriales deben ser una manifestación de afecto (nunca sustituirlo) y se deben ofrecer no solo como recompensa a un buen comportamiento sino también en otras ocasiones ya que son un buen modo de expresar nuestro agradecimiento y de hacer que el niño se sienta orgulloso.
Claro está que habituarse a obedecer a base de premios puede hacer que nuestro hijo se convierta en un chantajista, pero usarlos de vez en cuando es una muestra de afecto que no tiene por qué crear hábito ni malinterpretarse.
No hagamos exageraciones ni confundamos más a tantos papás y mamás que solo intentan educar lo mejor que pueden y saben a sus hijos.