Las aspas de un molino viejo. Qué bonitos los molinos que veía don Quijote y confundía con gigantes, aunque muy equivocado no estaba, porque son verdaderamente enormes. Los nuevos también son altísimos y preciosos, pero estos tienen como más carga poética. El sol aporta a la imagen algo de luz y nos impide saber si hay un sujeto en la imagen. Yo creo que no, pero cualquiera sabe.
El caso es que finalmente fui, fotografié los molinos y volví a mi casa sin consecuencias y con mis fotos debajo del brazo. Todo fue muy aburrido, pero yo quería esas fotos así que finalmente valió la pena.
Algo así es mi vida ahora, aburrida y monótona. Tanto que debo decir que no basta con estar vivo sino que ademas hay que vivir. Es una frase que se me caba de ocurrir pero seguramente la habré leído en algún sitio porque es muy redonda ¿no? En fin, sea como fuere lo cierto es que me siento triste y reducido a algo parecido a la nada. El aburrimiento es algo horrible, es un pecado capital que se sufre más que ninguno de los otros, una sensación de vacío y confusión que no va ni para atrás ni para adelante.
Es como ir a tomar fotos a los molinos y volver a casa con cuatro o cinco imágenes sin que suceda nada más.